Julio Gervacio se perfilaba como un
sólido campeón mundial super gallo

<P>Julio Gervacio se perfilaba como un <BR>sólido campeón mundial super gallo</P>

POR CARLOS NINA GóMEZ
Julio Gervacio, meses antes de contender con el estaodunidense Louie Espinoza, había dado claras demostraciones de eficiencia. Y parecía el mejor súper gallo de la época.  Porque, además de enseñar buena «finta», con positivos moviientos laterales, rapidez en sus puños, durísima pegada y obediente a los señalamientos técnicos de sus entrenadores, estaba «arropado» por el llamado «don de la juventud».

Todavía no había cumplido los 20 años de edad, pero ya despuntaba como un boxeador de primera fila a nivel internacional…¡además de que tenía la poderora protección de Pepito Cordero!.

Pepito Cordero, a decir de los periodistas de la época, se había convertido en «El Zar» del boxeo hispano».

Al fenecido promotor boricua no le temblaba el pulso para soltar el dinero a borbotones… hacer grandes inversiones en boxeadores que él, con su ojo clínico, sabía que tenían condiciones para alcanzar el estrellado mundial.

Precisamente en Julio Gervacio Pepito Cordero puso en funcionamiento su «ojo clínico» y puso a funcionar su dinero, pero, también, su gran influencia en los organismos que gobiernan el boxeo.

Y de todo esto se benefició el peleador quisqueyano que, sin embargo, apenas pudo salir beneficiado, en grande, del triunfo logrado ante Louie Espinoza.

Gervacio, quien concluyó su labor profesional con expediente de 41 combates (30 victorias, siete fracasos y dos tablas), fue bien llevado.

Es decir, que sus manejadores, con la orientación y protección de Cordero, cumplieron con el debido proceso. Lo fueron llevando etapa por etapa hasta subirlo al cuadrilátero a disputar -con éxito- el cinturón mundial.

Con el buen comportamiento que tuvo en los ensogados, en aquellos buenos momentos, parecía que el pugilista romanense se perfilaría como un sólido monarca mundial.

Era la creencia no sólo de los analistas, sino también de Pepito Cordero y todo su séquito puertorriqueño.

Llegó la frustración
Gervacio, cuando se pensaba que iba a ser un monarca imbatible, sufrió una estrepitosa caída…perdió, como dirían expertos, sorpresivamente el campeonato ante el venezolano Bernardo Miñango.

La fatídica derrrota llegó el 27 de febrero de 1988 -fecha gloriosa para patria dominicana, porque ese día, 27 de febrero de 1844, nació la Independencia Nacional- y Gervacio perdió por decisión unánime.

Piñango, quien había sido campeón gallo, asimiló los pocos puños enviados a su cuerpo por Gervacio. Gervacio aquella noche no fue ni la sombra de cuando enfrentó a Espinoza.

De manera que Gervacio pasó a ser, también, otro campeón mundial dominicano efímero con una sola defensa.

Este joven pugilista, que terminó -muy a destiempo- s pudo haber sido un campeón de larga estancia.

No valió que Pepito Cordero, con su influencia, lo respaldara. Y hasta lo mantuviera ocupando lugares importantes en el Ranking Mundial.

Precisamente, tras su fracaso ante Espinoza, le llegó una nueva oportunidad, esta vez por el lado de la entonces naciente Organización Mundial de Boxeo (OMB) cuyo primer presidente lo fue el reputado abogado dominicano Ramón Pina Acevedo.

La OMB nació en 1987, en su primera una convención realizada en San Juan, Puerto Rico.

Pepito Cordero, a sabiendas de que todavía Gervacio tenía condiciones, sobre todo físicas gracias a que era un atleta joven, se las ingenió y organizó una pelea por el vacante título súper gallo de la OMB.

El rival de Gervacio fue el estadounidense Kevin Mitchel. Mitchel prácticamente fue buscado para que fuera una «chata» del dominicano.

Sin embargo, Gervacio, en los primeros diez rounds, se amarró las manos….y fue en los dos últimos rounds, 11 y 12, cuando dio muestra de pelea. Pero ya era tarde y el mediocre de Kevin Michel fue declarado ganador por decisión unánime y conquistó el título súper gallo del recién creado organismo.

Gervacio, a partir de aquel fatídico momento, se convirtió en un boxeador del montón…pero no sólo eso, sino que comenzó a llevar una vida licenciosa al extremo que, según informes de la prensa de Puerto Rico, llegó a tener unos seis hijos con diferentes mujeres.

Hoy Gervacio vive prácticamente en la indigencia, en Puerto Rico, y nadie lo recuerda. Ni siquiera se le rcuerda como a un prometedor púgil capaz de ser un digno representante del boxeo latinoamericano.

El fornido gladiador, después de su inesperado fracaso ante Piñango y posteriormente frente al desconocido Kevin Mitchell, se tomó un descanso…y a la vuelta al ring logró salir airoso en algunas «peleítas».

Gervacio, en 1995 (11 de marzo), creyó que estaba nuevamente apto para regresar al selecto grupo de los campeones mundiales.

Y entonces buscó una pelea titular con su paisano Héctor Acero Sánchez quien a la sazón era el campeón súper gallo del Consejo Mundial de Boxeo (CMB).

Acero Sánchez -cuya historia será se expone en líneas de este mismo trabajo, había conquistado el cinturón de las 122 libras en 1994.

Y, ¡ qué casualidad!, el primer combate por la defensa de su corona lo protagonizó con su fustrado compatriota.

Gervacio nuevamente sufrió un fracaso…y aunque la pelea fue reñida, Acero Sánchez mereció la victoria. Salió por la puerta del triunfo por decisión unánime.

Este joven gladiador quisqueyano prácticamente puso punto final a su carrera, pues ya había sido, tambien, vapuleado por el boricua Orlando Hernández en un pleito a diez asaltos y que lo volvía a poner a pruebal tras sus dos derrotas ante Piñango y Mitchell.

En síntesis, Gervacio no pudo ser lo que muchos expertos dominicanos y puertorriqueños siempre esperaron de él: Un gran boxeador y sólido campeón mundial súper gallo…!como lo fue el disciplinado Leo Cruz!.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas