LA ROMANA. Si de algo pueden jactarse los Toros del Este es que para cerrar los partidos, contaron con el apagafuegos más dulce de toda la Liga Dominicana de Béisbol.

El cerrador Julio Mañón ha sido el mejor relevista de la pelota criolla en las últimas tres temporadas y en la serie final que concluyó ayer volvió a demostrar por qué se encuentra en el sitial que está hoy en día.

Con tres rescates en los cinco triunfos de los Toros, Mañón enseñó un brazo confiable que es capaz de dominar por encima de lo imaginado en la pelota quisqueyana.

Y el domingo, para el cierre, lo hizo como los grandes, retirando los últimos cinco outs del partido.

“Estaba listo para sacar cuatro, cinco, seis, para lo que me necesitara el dirigente y el equipo de los Toros”, dijo Mañón, bañado en sidra luego de la victoria 4-2, sobre las Estrellas Orientales con la que los Toros se alzaron con la corona de campeones por apenas segunda ocasión en la historia de la franquicia.

Mañón no empezó la temporada en buenos términos con los Toros, lidiando con un problema de arbitraje salarial con la novena y perdiéndose las primeras semanas de actividad debido al impasse.

No obstante, luego de entrar a juego, Mañón el Cañón demostró que sus reclamos no estaban lejos de ser justos.

“Cuando uno se compromete, las cosas tiene que hacerlas bien y eso fue lo que hicimos. Al principio de la temporada estuve un poco cansado”.