Junio: Mes de clarinadas y de aldabonazos

Junio: Mes de clarinadas y de aldabonazos

Junio es un mes en que varias veces el coraje de la dominicanidad ha sabido poner a brillar frente al Almo Sol de los libres, los hierros de las epopeyas libertadoras. Los ejemplos los tenemos en la Fortaleza de San Felipe, así como en el camino de Puerto Plata a Santiago, ya en El Túnel, ora en La Piedra.

También en la bahía de La Gracia en el municipio de Luperón, el 19 de junio de 1949. Y por igual en el Junio Inmortal del glorioso 1959: En Constanza, en Maimón y en Estero Hondo. En esos corajudos lugares los intrépidos dominicanos pagaron con su sangre, las posturas viriles de sus anti-tiránicos sacrificios.

Continuamos reiterativamente afirmando que junio ha sido en puridad de verdad, un mes de fragores roncos y de límpidos resplandores. Por eso forzadamente tenemos que remembrar al hidroavión Catalina que desde el poblado de El Estor, en el lago de Izabal en la Guatemala de Juan José Arévalo, levantó vuelo para después de doce horas en los aires, acuatizar en la bahía de La Gracia de Luperón, el 19 de junio de 1949. Esos valientes vinieron a acosar al sanguinario chacal en su cubil de opresión, torturas y muerte. Horacio Julio Ornes Coiscou fue el osado comandante de esos valerosos de la gloria, de la fama y del ensueño.

Y diez años después en junio siempre en junio, ahora en junio del 1959, los días 14 y 19 arribaron por el aire y por el mar. Esos que se llamaban: Los Hombres de la Raza Inmortal.

De ese día guardo imperecederos recuerdos. Ya que ese domingo 14 de junio del 1959, salió en la lotería el primer premio terminando en “51”, yo me saqué y me metí en “romantela”; pero tenía que presentar el “Show Dominical del Night Club de La Voz Dominicana”, celoso cumplidor del deber como era, llegué temprano a esperar las once que era la hora del “Show”. En espera estaba cuando un músico de la orquesta del Maestro Papa Molina, se acercó a mí, el músico era Francisco (Paquito) Burgos. Tengo que afirmar que los músicos de esa orquesta llamada la “Súper San José”, todos para hablar y criticar la maldad imperante, eran gentes de confianza cabal, confianza a toda prueba. Menos uno al que los compañeros lo llamaban “El Caribe”. Cuando ese se acercaba a un grupo, si había uno de sus compañeros daba el alerta, diciendo “Silence please, que ahí viene el Caribe”.

Y volviendo al músico Francisco “Paquito” Burgos que se acercó a mí, me dijo: “Sígame profesor”, caminó hacia uno de los baños y yo le seguí los pasos. En voz baja, pero visiblemente alegre, me manifestó: “Las gentes estas, las gentes que usted sabe, se están ca…, pues esta tarde, les llegó una invasión por Constanza”. Así fue como me enteré el mismo día, de la gloriosa arribada de Los Hombres de la Raza Inmortal. Los otros a bordo de “La Tinina” y de “La Carmen Elsa” llegarían el viernes 19. Fueron Los Hombres de la Raza Inmortal que formaron los frentes de Constanza, Maimón y Estero Hondo. Que tuvieron por comandantes a Enrique Jimenes Moya, José Antonio Campos Navarro y José Horacio Rodríguez Vásquez. Los expedicionarios salieron de Cuba, que ya estaba convertida en “Territorio Libre de América”. Como los poetas son llamados “Vates”, porque vaticinan y saben decir con fuerza y resplandor las cosas, hay que repetir que: “¡Pelearon contra Diez Mil y les supieron ganar!” Moralmente ganaron la pelea… y porque esos hombres murieron, es que hoy podemos hablar”.

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