Junta que proclamó a Trujillo presidente

Junta que proclamó a Trujillo presidente

Fue nombrada al margen de la ley  la  Junta Central Electoral que  arbitró las elecciones del  16 de mayo de 1930 y que proclamó ganadores al general Rafael L. Trujillo y al Lic. Rafael Estrella Ureña, presidente y vicepresidente de la República, sustentados en la llamada Confederación de Partidos.

El tribunal electoral lo integraban  el Lic. Roberto Despradel, uno de los principales orientadores del general Trujillo, como presidente,  y los doctores  Arístides Fiallo Cabral y Rodolfo Coiscou, miembros. El sustituto fue el licenciado Rafael E. Galván.

Los cuatro jueces  fueron designados mediante decreto número 1292, del  6 de mayo del mismo año,   del  presidente interino de la República, Lic. Jacinto Peynado, quien en su condición de Secretario de lo Interior,  el 22 de abril de 1930, asumió las labores inherentes al Poder Ejecutivo,  ante la licencia que debió tomar el Presidente Estrella Ureña,  compañero de boleta de  Trujillo.

 El pleno  legítimo de la Junta, que fue  electo por el Senado de la República, conforme  acuerdo tomado por las partes beligerantes después del movimiento del 23 de febrero, estaba  compuesto por el Lic. Domingo Estrada,  presidente y  como sustituto el Lic. Domingo  Ferreras. Eran vocales los licenciados Alcibíades Roca y Abigail del Monte, y los sustitutos los doctores Francisco A. Hernández y Rodolfo Coiscou.  Estrada  renunció el primero de mayo ante el Congreso Nacional, y seis días después lo hizo el Lic. Abigail del Monte, faltando apenas una semana para el torneo electoral.  Ferreras, fue  elevado a la presidencia por  Estrada y  también  renunció, lo mismo que  a su posición de Procurador General de la República.

Aunque los  honorables y reputados jueces alegaron “poderosas razones” para dimitir a sus  posiciones, el común de la población conocía de  los atropellos, muertes y abusos de autoridad cometidos por la clase militar, la guardia y las pandillas de terroristas respaldados por los altos jerarcas militares que seguían los dicterios del comandante en jefe del Ejército.

El 17 de abril Don Federico Velásquez, en representación de la Alianza Nacional Progresista,  denunció formalmente a la JCE la comisión de esos hechos delictivos, pero el tribunal no hizo nada. El político divulgó en su denuncia que  la casa del destacado abogado y hombre público Leovigildo Cuello, en Santiago, había sido allanada y saqueada y que los sicarios  lanzaron  amenazas contra su persona.

También que el general Trujillo recorría las calles de la capital en un carro Chevrolet Packard repleto de militares armados de ametralladoras de mano y otras armas menores que asomaban sus cañones por los costados de los vehículos. Lo seguían estrechamente, guardándole las espaldas,  otros dos vehículos llenos de militares, listos para cualquier eventualidad.

Los choferes del  presidente del Senado, Lic.  Gustavo A. Díaz, y del presidente de la Cámara de Diputados, señor Ernesto Bonetti Burgos, fueron despojados de sus armas, aun  llevando los permisos de lugar,  hecho ocurrido en los mismos terrenos del Palacio Presidencial, mientras los funcionarios trataban asuntos oficiales con el Presidente de la República.

En plena calle del Comercio, hoy El Conde, uno de los  sicarios trujillistas,  que tenía el rango de capitán,  auxiliado por Pedrito Trujillo, hermano del general, asesinó a un joven, porque el adolescente, junto a un grupo de choferes, distribuían volantes que decían “Abajo Trujillo, ladrón de vacas”.

Los allanamientos sin orden judicial  en las  casas de los simpatizantes de la alianza eran a todas horas del día.  Los hombres eran levantados de sus camas; arrancados de los brazos amorosos de sus esposas, del calor y las caricias tiernas de sus hijos para ser llevados a las mazmorras húmedas, plagadas de alimañas, ratones y de mosquitos, donde muchos eran sacados únicamente para enfrentarse al paredón.

Dentro de un marcado ambiente de terror se realizaron las elecciones generales con un total de 224 mil votos a favor de la candidatura Trujillo-Estrella Ureña y 1,912 votos en contra. Con la ironía y maldad que  eran características de su personalidad, el presidente de la Directiva de la Confederación de Partidos, Mario Fermín Cabral,  informó a la prensa que “en las elecciones pasadas  podrían haber ligeras modificaciones, en las cifras, pero serían tan insignificantes que en nada podrán variar la expresión del espléndido resultado de este evento, tan pacífico, ordenado, libre y correctamente verificado”. 

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