Peralvillo, Yamasá. La escuela de la comunidad Bejuco Colorado, de esta localidad, está creciendo.
De una casucha hecha de tablas y palmas con piso de tierra, en que unos 80 alumnos recibían docencia agolpados en un mismo espacio, pasó a convertirse en un cómodo plantel de tres aulas, con oficina, almacén, dos baños y una cocina.
Los obreros que la construyeron fueron los padres, tíos y vecinos de los alumnos; en tanto que las madres, madrinas y otros miembros de la comunidad, administraban los fondos, conservaban los materiales, al tiempo que cocinaban y limpiaban la edificación.
Lo que ocurrió en la escuela José Altagracia Muñoz, de aquí, es normal donde existe una Junta de Centro.
Se trata de un comité que integra a miembros de la comunidad en gestión, administración y supervisión de las intervenciones en la escuela, que toman los asuntos en sus manos, en vez de esperar por las autoridades.
En el país funcionan unas 700 Juntas de Centro, y están contempladas en la Ley General de Educación 66-97 como una forma de descentralizar las funciones de la cartera educativa.
Sólo este año, las Juntas administrarán más de RD$200 millones, suministrados por la cartera educativa para financiar sus tareas del día a día.
No es igual que vengan técnicos desde la Capital, de la sede de Educación, a evaluar nuestra escuela, a que nosotros los que vivimos aquí mismo les digamos las necesidades urgentes que tenemos, explicó la directora Catalina Martínez.
La escuela de aquí recibió fondos del Programa para la Equidad de la Educación Básica del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que beneficia un total de 496 centros en todo el país.
Beneficios. Como explicó el coordinador técnico de la Oficina de Cooperación Internacional del Ministerio de Educación (OCI), Pablo Ulloa, las Juntas de Centros además dinamizan la economía del entorno.
El reglamento que rige su funcionamiento establece que es obligatorio que el maestro constructor de la escuela a que se traspasan fondos sea de la comunidad, que los materiales sean adquiridos en ferreterías cercanas y que se contrate a trabajadores del lugar.
De esta manera, como sucedió en la escuela de esta comunidad, ocurre que los padres mejoran sus ingresos al tiempo que construyen las aulas de sus hijos.
Además, la construcción se realiza más rápido por la cercanía de los obreros con sus hogares y, según dijo, se disminuyen los costos en hasta un 40%. Por ejemplo, las mejoras a la escuela José Altagracia Muñoz costaron RD$1,000,045 y se hicieron en sólo seis meses.
Los padres y alumnos también ven los beneficios del trabajo de la Junta. Ramón González, que tiene cuatro nietos en la escuela de aquí, ve a los niños más motivados de estudiar por las nuevas condiciones del plantel y José Peña, estudiante del sexto curso, se alegra de tener un aula que no es compartida por otros tres grados.
Las frases
Catalina Martínez
Todo lo que podemos decir es que al fin podemos trabajar.
José Peña
En mi aula también estudiaban los niños de séptimo y octavo.
María Coronado
Necesitábamos una cocina porque muchos niños vienen sin comer.