Nada más propicio en Navidad, cuando pregonan tantos deseos de paz, recordar indisolubilidad entre justicia y paz.
Hace falta paz en el mundo. Según Institute for Economics & Peace con sede en Sidney, Australia; hay guerras en Ucrania, Gaza, Sudán, Etiopía, Afganistán, Siria, Congo, Colombia. Señala que hay “56 conflictos activos en el mundo, la mayor cantidad desde la II Guerra Mundial… con un componente internacional mayor”: involucran prácticamente la mitad del mundo.
La poderosa industria armamentista utiliza recursos que no producen bienes para satisfacer necesidades humanas, obstaculizando paz. Armas con nuevas tecnologías generan arsenales de armas obsoletas que buscan mercado en focos fomentados de guerra tras riquezas de naciones donde se escenifican.
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Producción y tráfico de sustancias ilícitas financian adquisición de estas armas en obsolescencia.
Liderazgos mundiales clamando paz lucen debilitados por depender de ese poderío económico que usa recursos injustamente.
NNUU son cada vez más irrespetadas por su dependencia económica a gobiernos belicosos.
El papa Francisco como el precursor Juan Bautista- “voz que clama en el desierto”-ha tenido valor al encarar esta realidad. Lo hace en cada oportunidad que tiene. Propone, en mensaje a LVIII Jornada Mundial de la Paz a celebrarse el 01/01/25, “una nueva arquitectura financiera… fundada en la solidaridad y la armonía entre los pueblos” y un “Fondo mundial que elimine definitivamente el hambre” expresión máxima de injusticia. Plantea desarme. En reciente encuentro con Macron, en Córcega, repasaron situación sirio-ucraniana.
Ese precursor dijo a publicanos: “Contentáis con vuestro salario”, prédica que repudia prácticas corruptas.
Trump insinúa replantear guerra ruso-ucraniano. Que EE. UU. salga de Siria. Invita presidente chino a su juramentacion.
¿Estarán perfilando el Papa y Trump una nueva entente?
Mientras, abordemos paz dominicana. Procuremos justicia. Produzcamos para acabar hambre. Propiciemos economía generadora de empleos para satisfacer demanda de trabajo. Eliminemos déficits. Reformemos fiscalidad para gastar mejor, simplificándola para reducir evasiones estimuladoras de informalidad. Controlar exenciones y contrabandos. Garantizar que funcionarios se contenten con sus salarios. Combatir efectivamente narcotráfico, liberándolo de complicidades gubernamental.
Así alcanzaremos paz, en navidades y siempre.