Justin Trudeau tiene que emplear mucha energía en Donald Trump. Los aranceles al acero hicieron que las cosas pasaran a otro nivel.
Enfundado en jeans y con el cuello de la camisa abierto, el primer ministro canadiense lleva a cabo esta semana una gira improvisada por el país del acero y el aluminio, un recorrido victorioso ante los trabajadores luego de que Canadá y México quedaran excluidos de los nuevos aranceles estadounidenses.
La exención llegó luego de un fuerte trabajo de lobby del Gobierno de Trudeau en Washington y hasta en Seúl y Berlín.
En relación con los aranceles, como con la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, la estrategia de Canadá con Trump ha sido la amabilidad y una amplia campaña de cultivo de aliados. No ha sido indolora, dado que el dólar canadiense y el ánimo empresarial declinan. La cuestión es si Trudeau puede mantener la presión para asegurarse una exención permanente de los gravámenes de Trump y la concreción de un acuerdo sobre el TLCAN antes de que las elecciones mexicanas y estadounidenses afecten el clima político.
“El Presidente ha dicho que mientras exista un TLCAN no habrá aranceles. Ahora tenemos un TLCAN, y tendremos un TLCAN una vez que lo mejoremos. Eso me hace pensar que estamos muy bien posicionados para quedar eximidos de aranceles”, dijo Trudeau el miércoles en una entrevista de Bloomberg News en una acería de Regina, Saskatchewan. Ofreció acelerar las conversaciones para adelantarse a la elección de México. “Soy muy optimista. Pienso que podremos llegar a una solución conveniente para todos”.
Tump indicó este mes que nadie quedaría al margen de los aranceles. Canadá montó una amplia campaña en EE.UU. al tiempo que daba la voz de alarma en el exterior. Trudeau habló con Trump, con el líder de la mayoría del Senado Mitch McConnell y con el presidente de la Cámara de Representantes Paul Ryan, así como con la canciller alemana Angela Merkel y el presidente francés Emmanuel Macron.
La ministra de Relaciones Exteriores canadiense, Chrystia Freeland, llamó al secretario de Comercio estadounidense Wilbur Soss, a la ministra de Relaciones Exteriores de Corea del Sur, Kang Kyung-Wha, y a la Comisaria de Comercio europea Cecilia Malmström.
El ministro de Hacienda, Bill Morneau, llamó tres veces al secretario del Tesoro de EE.UU., Steven Mnuchin.
El argumento era simple: Canadá es un aliado y no se lo puede considerar un riesgo para la seguridad nacional, la justificación de los aranceles. El aluminio canadiense forma parte de los aviones de la fuerza aérea estadounidense y el acero de Canadá integra los vehículos del ejército de EE.UU., dijeron. El republicano Dave Reichert, de Washington, que preside el grupo de comercio en la comisión de Medios y Arbitrios, dijo que una carta firmada por más de 100 republicanos de la Cámara de Representantes había contribuido a convencer a Trump de exceptuar a Canadá y a México. “La buena noticia es que el gobierno está trabajando con nosotros”, dijo.
Un alto funcionario del gobierno canadiense, que habló sobre la campaña de lobby con la condición de conservar el anonimato, dijo que el equipo de Trudeau piensa que fue el secretario de Defensa, James Mattis, quien, luego de hablar con su par canadiense Harjit Saijan, convenció al mandatario.Lo que se busca ahora es una exención permanente.