Juventud de RD pide derecho y diálogo; pero recibe violencia

Juventud de RD pide derecho y diálogo; pero recibe violencia

 

Ser joven es tener tiempo para vivir. Es la época considerada de oro y el puente para alcanzar la madurez.
Sin embargo, la juventud dominicana, en su mayoría, atraviesa por profundas y peligrosas necesidades, comenzando por la de sentir, empujada por la falta de comunicación con la madre y más aún con el padre, y el vacío emocional.
Rocío Vásquez, estudiante de contabilidad, narra que no recuerda un diálogo fraternal con sus progenitores después de que cumplió los 15 años. “Ellos sólo me reclamaban”.
Para Cristóbal Mateo, de 22 años y en sexto semestre de mercadeo, su padre siempre estuvo en casa, pero le hablaba sólo para apoyar las imposiciones de su madre.
De esa misma manera, muchos otros jóvenes, como Carla Batista, de 17 años y que empezará el cuarto de bachillerato, recuerdan que a la falta de comunicación en la familia hay que sumar las limitaciones que enfrentan en la sociedad, como la carencia de empleos y las tentaciones para seguir el camino vendido como más fácil, que tiene entre sus tramos la drogadicción, la prostitución y la corrupción.
Ellos son parte del país, que exigen más relaciones de familia y políticas públicas, al conmemorarse el viernes el Día Internacional de la Juventud, como ocurre desde 1998.
Tahira Vargas, antropóloga e investigadora de temas sobre conducta juvenil, asegura que la realidad de la juventud de hoy es una herencia de la de épocas anteriores. Siempre se ve a la juventud de hoy con problemas, dice, pero cuando ellos eran jóvenes existían los mismos problemas.
Ve una sociedad con muchos niveles de irrespeto a los derechos de los niños, niñas y adolescentes, además, de que los jóvenes están ausentes de la construcción social y cultural del país, como ha sido a nivel histórico. “Lo que ha ido pasando es que ese problema de irrespeto, de ausencia de diálogo ha ido creando una gran brecha generacional. Eso se ha ido convirtiendo en algo explosivo y conflictivo”.
Vargas entiende que la población joven tiene más acceso a información, por tanto, sabe que tiene derechos y demanda el espacio que no recibe. Por el contrario, se le da violencia y maltrato.
Encuentra que en todas las zonas, rurales y urbanas los patrones de crianza son repetitivos, que muchos se van de la casa, huyendo del círculo de la violencia, para asumir otras conductas.

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