Juventud entre luces y sombras

Juventud entre luces y sombras

El Día Nacional de la Juventud pasó ayer con un inventario de luces y sombras en la política social destinada a beneficiar a ese segmento de la población.

Las luces de la ocasión la constituyen todos los jóvenes que se esfuerzan por alcanzar metas de superación y se involucran en causas de bien para el país.

Pero hay demasiadas sombras en el panorama. La Organización Internacional del Trabajo sostiene que la República Dominicana presenta una tasa de un 29,9% de desempleo de jóvenes entre 15 y 24 años. La tasa más próxima a la nuestra en este renglón corresponde a Panamá, con solo un 15%.

En otra faceta, el país tiene también tasas alarmantes de embarazo de adolescentes y de vinculación de jóvenes con las drogas y la criminalidad. Y dejan mucho que desear los niveles de aprovechamiento escolar entre nuestros muchachos. Es evidente que las políticas sociales  se han quedado rezagadas en la creación de  oportunidades suficientes de preparación y de ocupación productiva para los jóvenes.

El Día Nacional de la Juventud fue instituido tomando como referencia el día de la muerte de San Juan Bosco, el 31 de enero de 1888. Su obra por los jóvenes fue inmensa, a pesar de las limitaciones materiales de su época. Jamás podremos decir que hemos  imitado su abnegación por los muchachos.

La otra epidemia mortífera

Con todo el revuelo y la justificada alarma que ha provocado, el cólera ha tenido índices mínimos de mortandad en nuestro país, entre otras cosas porque hemos adoptado políticas efectivas de prevención y seguimiento a los casos de contagio.

Pero no podemos cantar la misma victoria en cuanto a prevención de accidentes de tránsito, que continúan siendo una especie de epidemia de alta mortalidad.

Para tener una noción, basta decir que entre el sábado y la madrugada del domingo perdieron la vida al menos diez personas y otras tantas resultaron heridas en accidentes.

Los motociclistas siguen punteros en materia de accidentes fatales y discapacidad por traumatismos severos. La ingesta de bebidas alcohólicas y la temeridad son factores de alta incidencia en estos percances cuyas cifras de mortalidad ridiculizan las  del cólera.

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