Juventud, música y erotismo

Juventud, música y erotismo

Dos de los componentes importantes de nuestra cultura son música y erotismo. Estos componentes se pueden identificar en la cotidianidad en los diferentes estratos sociales con gestos corporales, forma de caminar, formas de relacionarse, en lo que se puede observar el peso cultural del cuerpo en las pautas sociales de construcción de nuestra afectividad y nuestra interacción social.

El erotismo históricamente ha estado presente en las letras de boleros, baladas, merengues, bachata y todas las manifestaciones musicales presentes en nuestra historia cultural, tanto de la elite, de los estratos medios como en los estratos pobres.

Hoy ese erotismo se muestra en las letras y en los ritmos musicales que informalmente compone, recrea y baila nuestra juventud. Las generaciones más jóvenes demandan a través del ritmo y las letras musicales más libertad para abordar su sexualidad, necesidades, problemas, conflictos y derechos.

El tipo de música que escuchan las personas jóvenes es un símbolo distintivo. Las expresiones musicales: reggaetón, rap, hip-hop, bachata, merengue de calle, mambo, electrónica, demgboo y atabales hacen referencia a estilos juveniles diferenciados.

En las provincias encontramos jóvenes que componen sus propias letras y forman grupos para hacer música en medio de muchas precariedades. A través de las letras que componen se muestran los problemas sociales que se vive en en su contexto social como: violencia de género y social, discriminación, erotismo, búsqueda de dinero fácil, injusticia, enfrentamiento entre bandas, entre otros…

Es una juventud sin oportunidades, sin acceso a educación de calidad, menos aun a una educación musical en la escuela. La educación musical está totalmente ausente del aula y de las escuelas. No se ha invertido en educación musical, las nuevas generaciones no cuentan con herramientas para convertir su talento, su espontaneidad y sus necesidades de expresión en una música popular que trascienda.

¿Por qué hemos dejado a nuestra niñez, adolescencia y juventud sin herramientas artístico-musicales para desarrollar su potencial rítmico-musical aprendiendo a tocar instrumentos, formando bandas, coros y haciendo música con destreza y calidad, para luego sancionarla?

La música que toca y baila nuestra juventud nos aporta una mirada a las grandes deficiencias del Estado y de la sociedad en priorizar la educación, la educación musical, las bandas municipales, la inversión en educación, arte y música.

Nuestra juventud visibiliza a través de la música lo que hoy son sus problemas, necesidades y demandas, es una oportunidad para darnos cuenta de los cambios que tenemos que generar como sociedad, como Estado para que esos vacíos no sigan convirtiéndose en amenazas, conflicto social y reforzamiento de los círculos de violencia.

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