¿Juventud perdida o violentada?

¿Juventud perdida o violentada?

La libertad está intrínsecamente vinculada a la responsabilidad social, al ejercicio ciudadano y al desarrollo humano. Sin libertad no hay práctica ciudadana posible, necesita del sentido de responsabilidad.

La inexistencia de una construcción del sentido de responsabilidad se debe a la ausencia de libertad. Padres/madres, abuelos/as y tutores tienen miedo de ofrecerle a la niñez, adolescencia y juventud espacios de libertad para tomar sus propias decisiones y desarrollo de autocontrol.

En el hogar y centros educativos se educa con represión, sanciones permanentes, las prohibiciones con el “no” son los mensajes principales. Las prohibiciones generan todo lo contrario, rebeldía, violencia y poca conciencia.

Hay mucho miedo a que la juventud tenga conciencia de sus derechos y sea responsable de su cuerpo, su conducta y vida cotidiana. Ofrecerle libertad no la convierte en delincuente, por el contrario se forman como entes socialmente responsables. Jóvenes y adolescentes en actividades delictivas se han socializado en el autoritarismo y la violencia no en la libertad.

Los jóvenes son vistos como los principales delincuentes de la sociedad dominicana cuando ocurre todo lo contrario. Las mayores actividades delictivas se realizan desde la población adulta y de los sectores de poder político y económico.

La población joven que se dedica a actividades delictivas asume esto como parte de su sobrevivencia y no acumula riqueza desde estas actividades.

La población joven en nuestra sociedad demanda un cambio en las lógicas sociales que la rigen. Los cambios que necesita están vinculados a la búsqueda de una sociedad más democrática donde se respeten los derechos humanos y donde haya tolerancia social hacia las opciones sexuales diversas, diferencias étnico-raciales y religiosas así como a la cultura juvenil.

La búsqueda de una construcción de identidad en la población joven la empuja a insertarse y crear grupos como las bandas y naciones, a ocupar parques y espacios públicos, a crear desde la música y el arte nuevas expresiones y a la movilización social.

La población joven necesita de políticas dedicadas a la juventud que estén pensadas desde la realidad social y cultural que vive. Las políticas no pueden ser formuladas para seguir reprimiendo a la población joven y estandarizando sus manifestaciones culturales desde una perspectiva adulto céntrica.

Los centros educativos, los hogares y la policía deben abandonar los prejuicios y las medidas represivas contra jóvenes y adolescentes que generan deserción y muerte. Nuestra sociedad necesita cambios cualitativos profundos en su estructura social basada en la inequidad y la exclusión. La población joven puede ser el eje principal de esos cambios siempre y cuando reciba oportunidades para su desarrollo desde la perspectiva de desarrollo humano.

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