Juventud rebelde

Juventud rebelde

HAMLET HERMANN
En estos días el gobierno dominicano celebró por todo lo alto el día de la juventud. Fueron premiados por sus respectivos desempeños decenas de jóvenes notables. No estaría de más examinar los parámetros elegidos por los funcionarios gubernamentales para calificar a los premiados.

Debe causar extrañeza a muchos que ninguna de las premiaciones fuera a caer a manos de los muchachos que cuestionan al gobierno o al sistema social que nos rige. Nadie esperaba algo diferente y es lógico que así fuera dado el estilo de la vieja política que todavía se practica.

La lectura de un artículo del intelectual argentino Juan Gelman hizo posible entender el manejo sectario de estas premiaciones. En “ La Doma de los Jóvenes Bravíos”, Gelman deja ver que el objetivo de los gobiernos seudo democráticos es domesticar a los que protestan contra el sistema social imperante. Las fórmulas son diversas y, entre otras cosas, implican ignorarlos y obstaculizar que sus ideas se difundan. El intelectual argentino utiliza allí como guía para el análisis, el manejo que el “establishment” hace de los jóvenes en Estados Unidos. Y como aquel país es el arquetipo por excelencia de nuestros subdesarrollados políticos, siempre encuentran quien los imite, ya como comedia o como tragedia.

De los hechos puede deducirse que lo que persiguen los gobernantes es patologizar a los jóvenes rebeldes que rechazan los gobiernos corruptos, que mienten descaradamente y desconocen la Constitución y las leyes para beneficio propio y de sus asociados. Los poderosos consideran que ellos gobiernan como debía ser y los que no lo entienden están enfermos. Prefieren difundir la idea de que los muchachos rebeldes son trastornados mentales y fuertes candidatos al consumo de tranquilizantes, anfetaminas y otras sustancias psicotrópicas. Jamás admitirían desde el poder que aquellos jóvenes lo que hacen es rebelarse y luchar contra la injusticia y el autoritarismo que predominan en esta sociedad. Primero muertos que admitir como delito el súbito enriquecimiento de los otrora pobres dirigentes del partido.

Pero no están solos los políticos dominicanos que así consideran a la juventud rebelde. Tienen como respaldo ideológico y seudo científico a la Asociación Estadounidense de Psiquiatría. Esa institución llegó a diagnosticar oficialmente los actos de rebeldía de los jóvenes de ese país como Desorden de Oposición Desafiante (ODD). Para esos psiquiatras, oponerse a la guerra de Irak, defender el medio ambiente y exigir que se respeten los derechos humanos son síntomas de un desorden mental que debe ser combatido con psicofármacos. Debe aclararse que esos psiquiatras no acostumbran aplicar este concepto a los delincuentes juveniles sino a personas que, sin incurrir en actividades ilegales, muestran un comportamiento negativo, hostil y desafiante hacia quienes los gobiernan. O lo que es lo mismo decir, a los rebeldes con causa.

Por supuesto, la industria farmacéutica está de pláceme porque los psiquiatras recetan por montones los psicofármacos a quienes debían ser exaltados como vigilantes de la buena sociedad. Pero no hay que sorprenderse mucho con los dislates de los que tratan de sostener un sistema en decadencia plena. El artículo de Juan Gelman nos enseña que ese enfermizo comportamiento es una maña vieja de los gobernantes estadounidenses. Menciona su artículo a Benjamín Rush, un médico que estuvo entre los Padres Fundadores de Estados Unidos. Este doctor diagnosticó en 1813 que “la rebelión contra la autoridad federal centralizada era un exceso de pasión por la libertad que constituía una forma de insania”. Décadas después, el doctor Samuel Cartwright descubrió una “enfermedad” que bautizó como “drapetomanía”, un mal que, según él, provocaba en los esclavos del Sur de Estados Unidos el deseo de escapar. Así que, según esa forma de pensar, en esa nación no había esclavitud, sino enfermedades mentales.

Resulta difícil aceptar que entre los jóvenes dominicanos premiados por el gobierno no haya uno solo de los cuestionadores de las políticas que nos aplican desde el Poder Ejecutivo. Por lo que debíamos concluir que, según los psiquiatras estadounidenses, la juventud dominicana que no acepta los desmanes gubernamentales no es más que un grupo de enfermos mentales que no acaban de comprender que lo que más les conviene es la reelección del presidente Leonel Fernández.

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