Juventud y futuro

Juventud y futuro

El Día Nacional de la Juventud y de Don Bosco coincide en esta ocasión con un estado de cosas en el que a ese segmento de la población le toca desenvolverse entre la falta de oportunidades para sano crecimiento, una cada vez más frágil cohesión familiar y la tentación de los vicios y el delito.

A ese estado de cosas se debe el crecimiento de las estadísticas relacionadas con adicción a las drogas, embarazo precoz, contagio de SIDA, participación en actos de criminalidad y delincuencia, deserción escolar y ausentismo del hogar que caracterizan a una franja de juventud en las edades más vulnerables.

Es en la medida en que hay menos espacios para los jóvenes que éstos se interesan por prácticas que no siempre resultan las más convenientes.

Las políticas sociales con poca atención hacia la niñez y la juventud tienden a multiplicar antivalores y hacen que los muchachos de corta edad se sientan atraídos por el dinero relativamente fácil, el lujo y la satisfacción de vicios costosos que pone a su alcance el mundo de las drogas.

Ha sido esa falla la que ha hecho desaparecer los clubes y asociaciones deportivas y culturales que en otros tiempos abundaban en barrios y comunidades del país, que estimulaban el crecimiento humano de los jóvenes y los colocaba ante una perspectiva más promisoria del porvenir.

-II-

La utilidad de la atención sobre los jóvenes como medio de protegerlos y prevenir torcerduras conductuales es un concepto viejo.

San Juan Bosco ya lo manejaba siglos atrás, cuando dedicaba gran parte de su tiempo a reunir jóvenes para enseñarles oficios y artes que les permitirían ganarse el sustento honradamente y crecer amparados en valores sanos, en principios de bien.

En estos tiempos, mucha de la deserción escolar tiene como causa el deslumbrante poder económico que el narcotráfico pone a la vista de los jóvenes, a los cuales recluta con lujos, dinero y el aparente poder que esto garantiza.

El crecimiento poblacional y el de las oportunidades para que los jóvenes puedan formarse y crecer sanamente se dan en estos tiempos en proporciones inversas, y cada vez es peor la situación.

En nuestros barrios y comunidades operan pandillas y grupos que son una de las resultantes de esta desproporción.

No hay duda de que es necesario retomar muy en serio las pautas que convirtieron a Don Bosco en un paladín de los jóvenes.

Ahora mismo la falta de seguridad es un parámetro preocupante en la sociedad, sobre todo porque hay muchos jóvenes involucrados en el delito. Los operativos «Barrio Seguro» servirían de muy poco si no se emprende paralelamente un plan continuado de rescate de jóvenes y que ponga a su alcance mejores alternativas que las actuales. Se podría pretender, por ejemplo, que cada estudiante termine la secundaria con un oficio aprendido.

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