Por años en la actividad política los jóvenes y las mujeres solo han sido un instrumento de campañas electorales, que los partidos políticos incluyen en sus propuestas y discursos para motivar la integración y participación de estos sectores de la sociedad.
Las élites de los partidos han sustentado su resistencia bajo el argumento de que,“los espacios no se seden, se ganan”, otros entienden que hay que arrebatarlos. Mientras que, a las mujeres, desde la aprobación de su participación en la política, siempre han estado bajo una discriminante cuota.
Si buscamos en los antecedentes, tanto a los jóvenes como a las mujeres, han sido discriminados, unos por supuesta carencia de capacidad, formación y hasta la misma edad. En cambio, a ellas, simplemente por culpa del machismo rancio que impera en la isla desde la época indígena y en la República Dominicana desde mucho antes de su fundación.
Lo cierto es que, en la política pocas cosas se regalan, pero tampoco han sido creadas las oportunidades, para que jóvenes y mujeres puedan competir en igualdad de condiciones, en procesos transparentes y equitativos, tal como lo exige una verdadera democracia.
Evidentemente los tiempos cambiaron, la sociedad ha ido evolucionando, y los jóvenes y las mujeres siendo parte de ella, no se han quedado atrás, y por si nuestra clase política no se ha enterado, ellos ya han empezado a demostrárselo. Cada uno por su lado se ha ido preparando, formándose, para adaptarse a sus exigencias y de esta manera desaparezcan los bloqueos de costumbre.
Esta semana pudimos presenciar la más reciente manifestación de reclamos de espacios en la política, escenificada frente al Congreso Nacional, jóvenes de diferentes partidos, diciéndole a quienes nos representan en los distintos estamentos del Estado, que los jóvenes maduran, son emprendedores, que la capacidad se demuestra, no se pregona, y que se hace camino al andar.
Una Ley de Partidos y un Régimen Electoral son la garantía fundamental, de que la República Dominicana avance políticamente hablando, teniendo normas y reglas claras para sus actores, que les diga a los partidos del sistema como debe ser su modus operandi, y que, establezca consecuencias ejemplares para quienes no actúen apegados a la Ley.
¡Ley de partidos, por la salud de la democracia!