Jóvenes fueron buenos estudiantes

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POR ARIDIO PERDOMO
PUERTO PLATA:-
Jancarlo Alvarez y Jairo de Jesús Valdez, los dos jóvenes acribillados a balazos la noche del pasado miércoles por desconocidos que viajaban en una yipeta color gris, fueron dos excelentes estudiantes del bachillerato, pero terminaron sus vidas «sumidos en el negocio de las drogas».

Parientes cercanos los describen como jóvenes «inquietos que demostraron aptitudes para los estudios». Sin embargo, deploraron que «se dejaron arrastrar por el mundo de la fantasía que les ofrecen quienes manejan el negocio de las drogas en el país».

Alvarez, quien a la hora de su muerte violenta  contaba 21 años de edad, inició sus estudios primarios e intermedios en un colegio cristiano adventista.

Concluyó sus estudios secundarios en el liceo público José Dubeau, y en ambos centros educativos en diversas ocasiones fue distinguido con premios por las buenas notas que obtuvo en las diferentes materias.

En cambio, de Jesús Valdez, de 20 años de edad, cursó sus estudios secundarios y finalizó los mismos en el año 2003 también en el liceo Dubeau, y estaba listo para ingresar a una Escuela de Navegación que será abierta en Puerto Plata en los próximos meses.

Maritza Sosa, tía de Alvarez, reveló que a las 6:45 exactamente de la tarde del miércoles su pariente recibió una llamada a su celular estando sentado frente a su casa en la calle Primera del Callejón 2, del barrio Villa Progreso, en la que alguien le informó que lo quería ver de «urgencia», lo que aceptó en lo inmediato e incluso buscó a de Jesús Valdez, su amigo de infancia, quien también recibió la misma invitación.

Ambos jóvenes salieron con rumbo desconocido en un motor Yamaha RX 115 que hacia apenas tres días que Alvarez había comprado, pero sus familiares desconocen cómo obtuvo dinero para hacer esa transacción comercial y en qué agencia de las que venden motores lo adquirió.

Sin embargo, Alvarez y de Jesús Valdez fueron interceptados por los ocupantes de la yipeta cuando salían del barrio Villa Progreso, los raptaron y los mataron de cinco balazos cada uno en el kilómetro tres y medio, frente al residencial La Cocacola, de la carretera General Gregorio Luperòn que conduce de Puerto Plata a Sosùa.

La señora Sosa describe la amistad que existía entre ambos como de «verdaderos hermanos» e incluso en diversas ocasiones juraron que «morirían juntos». Y así sucedió porque fueron asesinados a balazos y luego esposados por quienes cometieron este horrendo hecho de sangre.

Reconoció que en Villa Progreso los «puntos de drogas se han multiplicado como peces en el mar» después que se conoció de la muerte violenta del fiscal adjunto, licenciado Teódulo Ceballos Peñaló, única autoridad que se preocupó por enfrentar con «valentía y coraje» el narcotráfico en Puerto Plata.

Dijo que en Villa Progreso «no se vive en paz» porque constantemente se originan tiroteos entre los diversos grupos y bandas que se disputan el control de los puntos de drogas, pero al parecer las autoridades de la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD) en Puerto Plata no conocen que eso está pasando porque pocas veces se les ve en ese sector de la zona sur. Reveló que Jancarlo se ganaba la vida comprando partidas de zapatos tennis en Dajabón y que luego los comercializaba con los jóvenes del barrio a precios muy por debajo del costo de inversión que hacia.

Afirmó que aunque muchas personas sindicaban a Jancarlo que andaba en «malos pasos en el mundo de la venta de drogas», eso no es cierto porque su muerte ha sido lamentada por niños, jóvenes, adultos y ancianos a quienes siempre «extendió sus manos para ayudarlos en cualquier causa».

Los padres de Alvarez, Juan Carlos Hernández y Aracelis Sosa, han lamentado su muerte y han solicitado de las autoridades policiales y judiciales profundizar las investigaciones en torno a este caso.

Por su parte, Cecilio (Papote) Sosa, hermano de Jancarlos reconoció que el narcotráfico golpea con fuerza a Villa Progreso y ahì están los resultados: «la muerte de ambos jóvenes victimas de quienes introducen esa maldita epidemia en los barrios del país».

Pidió al presidente Leonel Fernández ordenar una investigación a fondo sobre lo que está pasando en Puerto Plata con tantos asesinatos por parte de sicarios, a fin de que se traslade a los miembros de la DNCD que son los únicos que no saben dónde están los puntos de drogas en este pueblo.

Por su parte, Carmelo Pérez, padre de Jairo, un capitán de barcos que duró 13 años en este oficio y conoce el Caribe de «arriba a abajo», dijo que entre su vástago y Jancarlos existió una gran amistad inseparables hasta la muerte.

Pérez sostuvo que con relación a la muerte de su hijo «no espero nada de la Policía y la Justicia», porque muchas veces en la vida «existe un ganador y un perdedor y a nosotros esta vez no ha tocado perder». Describió a Jairo como un «muchacho noble que siempre estaba dispuesto a servirle a la barriada de Villa Progreso».

Confirmó que éste dejó un trabajo que tenía en una empresa ferretera local donde devengaba un salario mensual de RD$8,000.00, porque supuestamente no estaba conforme con lo que ganaba y entendía que en otra actividad podía obtener más dinero.

Sostuvo que Jairo también fue llamado a su teléfono celular por un supuesto amigo, pero no sabe que rumbo tomó hasta que momentos después se enteró por radio de que a éste y a su amigo los acribillaron a balazos a la entrada de la urbanización La Cocacola.

El acto de sepultura de ambos jóvenes que fueron velados juntos durante la tarde y la noche de ayer en la Calle 6, de Villa Progreso, se producirá hoy a las 10:00 de la mañana en el Cementerio Municipal de esta ciudad.

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