Kafka y Coelho: ¿qué tienen en  común?

Kafka y Coelho: ¿qué tienen en  común?

LIBROS
Superación. El autor sostiene que aunque pocos lo crean, leer a Franz Kafka  ayuda tanto a la superación personal, como lo hace para muchos, Coehlo

Para una gran mayoría de escritores, los libros que versan sobre superación personal significan, simple y llanamente, literatura para ignorantes. Se trata de una literatura en auge permanente desde hace décadas, pero superficial en grado sumo, según sus críticos. Sus adversarios se centran en que estos libros ven los conceptos de superación individual con desesperante sencillez, siendo que la realidad es sobradamente más compleja que lo que esas ideas explican. Pero la gente menuda se maravilla. Los ejemplos plasmados en estas obras terminan seduciendo a millones de lectores.

Para los leales al género, las temáticas que abordan las obras de superación personal ofrecen mucho conocimientos y temas de reflexión que desconocían. Géneros aparte, Franz Kafka puede llegar a ser tan vital como Pablo Coelho a la hora de uno alimentarse de una lectura excepcional, pero las mayorías mundiales se inclinan por el brasileño y la abrumadora minoría por el autor checo. ¿Kafka es para los pocos y Coelho para los muchos? Difícil de decir. Empero, amparándonos en la concreta realidad de los números, la respuesta es sí: Kafka no nació para lidiar con grandes públicos. Una secretaria promedio idolatra a Coelho y quizás nunca ha oído hablar de Kafka.

A pesar del éxito arrollador de sus publicaciones, los críticos de su propio país ven a Pablo Coelho como un autor menor. La simpleza de sus construcciones y lo trillado de sus temas, he allí la doble metralla en su contra. El consenso mundial no es unánime en torno a su obra, en cambio sí lo es con respecto a la de Kafka, nadie duda de que se trata de un genio de las letras, pese a que nunca disfrutó en vida de los beneficios de la venta de sus libros. Simplemente no vendió ninguno. Un singular contra-alquimista que incluso pidió destruir sus propios manuscritos por considerarse a sí mismo un asqueroso insecto. No obstante, merecería un Nóbel. A Coelho, próspero empresario de la industria, la Academia Sueca quizás jamás lo galardone.

Aunque nunca se especifica, en La Metamorfosis de Franz Kafka se sugiere que Gregor Samsa se ha convertido en una cucaracha gigante. El apellido Samsa es Kafka, simplemente el autor le alteró las mayúsculas. Como la obra es su propia biografía, lo que Kafka veía en el espejo no era otra cosa que un bicho miserable. Simplemente lo que hizo fue transcribir eso en tinta y papel. Desde su diminuta perspectiva, la idea de ser una celebridad de talla carecía de sentido. Su padre, al igual que el de Coelho, influyó terriblemente en su vida, infundiendo en él la madeja de sentimientos adversos y depresivos que produjeron esta obra maestra. Dicho de pronta manera: La Metamorfosis es un clásico moderno. El Alquimista, exitosa literatura contemporánea. Realismo mágico contra textos de auto-ayuda, dos universos tan opuestos como la materia y la antimateria.

Santiago, protagonista de El Alquimista, es la recreación de la odisea humana. Esta obra es paráfrasis de Jorge Luis Borges en Historia de dos que soñaron, y ésta, a su vez, paráfrasis de Las mil y una noches. En realidad, ambos títulos son legados, el eco reverberante del hombre que persigue y alcanza sus sueños, transformándose al hacerlo, tema obsesivo en la historia de la literatura universal. La Metamorfosis, en cambio, cuanta muy pocas cosas para el tamaño que tiene, por lo que arroja en el lector la densa sensación de un ritmo lento, no de la obra, sino de la existencia misma. El Alquimista es luz, La Metamorfosis, oscuridad.

Dice una vieja tradición popular checa del pasado siglo, que Kafka dudó entre elegir a un sapo o una cucaracha para representarse a sí mismo. Como el sapo tiene una mínima oportunidad fabularia de llegar a ser un príncipe mediante un beso liberador de una doncella, Kafka optó mejor por la cucaracha, irremediablemente condenada al pisoteo. Kafka es sencillamente soberbio por la vía de la auto inmolación. Hoy exaltamos su obra, pero ¿quién de nosotros hubiera querido estar en su pellejo, ser tan oscuro como el mismo ambiente descrito a cada momento en La Metamorfosis, donde la propia habitación del personaje central es convertida en un basurero?

Gabriel Zaid relaciona la calidad de una obra con la cantidad de veces que es posible releerla y encontrar que tiene algo que decir en cada ocasión. Y para ser justos, Kafka alcanza con creces esa condición, Coelho, no. Empero, Kafka nunca logró nada como escritor y Coelho sobrevuela sobre la alfombra voladora del éxito desde hace mucho tiempo. Franz Kafka fue un don nadie en su época. Hoy es una cumbre de la literatura universal. Poco importa, dirían algunos, si nunca el autor disfrutó en vida los frutos de su talento. Pablo Coelho es una autoridad mundial, aunque deberá probar dentro de 100 años que su obra resiste los vaivenes del paso del tiempo. La obra del autor de La Metamorfosis es considerada una de las más influyentes de la literatura moderna, a pesar de no ser extensa. La obra de Pablo Coelho es vital para un público satisfecho de lecturas a nivel de superficie y su cosecha tampoco es abultada. Curioso como los libros de biografías citan a ambos escritores: Franz Kafka, autor checo en idioma alemán. Pablo Coelho, letrista y dramaturgo brasileño. Cuestión de estilo a la hora de abordarlos.

Una vez escuché maravillas sobre la mítica ciudad de Shambhala. En sí misma, era la “metrópoli” para la superación personal. En la tradición budista tibetana es un reino escondido en las montañas del Himalaya. En tal caso, sería un asentamiento extra-dimensional en el plano etéreo, pero conectado con el plano físico: el centro urbano de la autorrealización. Lo que hoy aportan los libros  sobre este género, lo habría resuelto Shambhala hace largos siglos, llevándonos de la mano por sus calles, como hoy por sus prístinas páginas Don Pablo Coelho.

Así hemos llegado donde comenzamos: o nos realizamos como El Alquimista o nunca lo hacemos como el escarabajo del checo aquel, que sólo se alimentaba con desechos. La superación personal por la lectura es posible. Uno elige: superarse a sí mismo por la vía endulzada de Santiago, de Pablo Coelho en El Alquimista, o por la senda llena de escarabajos de Gregorio Samsa, miserable en grado sumo, muerto y reducido a bicho de 6 patas, descrita por Franz Kafka. El estilo directo de Coelho no tiene cabida en la densidad narrativa de La Metamorfosis. Para legarnos una obra deslumbrante, cumbre de las letras universales, Kafka debió vivir como lo hizo: creerse una cucaracha. Cuán complejos somos los humanos. Cuán dura la superación y los obstáculos.

Digamos, para terminar, que El Alquimista no es lectura para ignorantes, más bien para los no exigentes. Mientras que La Metamorfosis es obra de un genio y todo lo que esa caja de Pandora pueda destapar. Repleta de símbolos, cuando una pregunta termina se formula otra a continuación. Oraciones complejas y compuestas están por todos lados en el texto. Coelho, en cambio, raya en lo simplón. Uno elige. Después de todo, insisto, sería una cuestión de superación, se empieza por Pablo Coelho para luego acceder al duro universo de Kafka, donde la luz finalmente aparece, justo al cabo de la muerte, o sea, justo cuando Gregor Samsa ha fallecido, pasando a mejor vida, su Shambhala en pleno. En lo personal, me gustan los dos, pero guardando las debidas proporciones.

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