Koizumi ve cumplir un sueño

Koizumi ve cumplir un sueño

Washington (EFE).-  El primer ministro japonés, Junichiro Koizumi, cumplió ayer uno de los sueños de su vida: visitar “Graceland”, la mansión del “rey del rock”, Elvis Presley, en Memphis (Tennessee), a donde viajó con George W. Bush y desde donde se atrevió incluso a entonar alguna de sus canciones.

Acompañados por Priscilla, la viuda del mítico cantante, y la hija de ambos y heredera universal Lisa Marie Presley, en “Graceland” el primer ministro nipón no dudó en ningún momento en hacer de las suyas por el amor de su cantante favorito: cantar, ponerse unas gafas “estilo Presley” y hasta imitar sus movimientos.

Antes de llegar a la casa, en las inmediaciones de la ciudad de Memphis -donde lucía el sol y el termómetro marcaba 33 grados centígrados-, Koizumi, que ayer tuvo un encuentro político en Washington con Bush, se empapó del “espíritu Presley”.

Todo ello forma parte del regalo de despedida que Bush ha querido ofrecer a uno de sus más firmes aliados y uno de sus mejores amigos en el mundo, antes de que deje su puesto de primer ministro en septiembre próximo.

El “espíritu Presley” empezó a sentirse ya en el “Air Force One”, el avión presidencial que los llevó a Memphis. Allí escucharon una recopilación de música de Elvis y las azafatas sirvieron sandwiches con mantequilla de cacahuetes con plátano, el “manjar” favorito del “rey del rock”.

Ni Bush ni Koizumi comieron los bocadillos -que, para ser reales, deben ser grasientos- pero sí bebieron café y té verde, respectivamente.

Incluso el portavoz de la Casa Blanca, Tony Snow, iba ataviado con las “típicas” gafas “elvisianas” grandes con el borde dorado.

A bordo también había copias de las películas “Love me tender” y “Vivan Las Vegas”, pero nadie solicitó verlas.

Tras un día de conversaciones sobre Irak, Iran, Afganistán y Corea del Norte y una pomposa cena de gala, el punto culminante se produjo al llegar a “Graceland”.

Allí, en la conocida como “Sala de la Jungla”, Koizumi se desmelenó, se puso unas gafas “elvisianas”, imitó la manera de tocar la guitarra de su ídolo y entonó las primeras estrofas del “I want you, I need you” (Te deseo, Te necesito).

Además se permitió el gesto de poner el brazo sobre los hombros de Lisa Marie Presley y entonó el famoso “Hold me close, hold me tight” (“sostenme cerca, sostenme fuerte”).

El primer ministro japonés reconocía que lo de hoy era “un sueño hecho realidad”, ante los ojos incrédulos de Laura Bush y de su esposo, a quien no le van mucho este tipo de actos y quien demuestra con este gesto su afecto por Koizumi ya que normalmente no se presta a hacer este tipo de visitas.  Pero desde que Koizume llegó a Washington, Bush se ha mostrado especialmente complaciente con el peculiar primer ministro japonés y no ha ocultado su sorpresa por el fervor que siente por “el rey”.

Por ejemplo, ayer antes de su cita en la Casa Blanca le regaló una “rocola” y le mandó pronto a la cama tras la cena de gala con un “vámonos a ‘Graceland’”.

Pero durante el paseo de hoy por la mansión de Elvis en la que se muestran todos los objetos y muebles “kitsch” del intérprete así como sus innumerables guitarras, ambos mandatarios tuvieron momentos para la intimidad.

El llamado “jardín de la meditación” al lado de la piscina de la residencia y donde “algunos” dicen que Elvis está enterrado -sus seguidores aseguran que “el rey” está vivo- Bush y Koizumi hablaron de “sus cosas y tuvieron tiempo para la privacidad”, según dijo el portavoz de Graceland, David Beckwith.

Sin embargo, Koizumi y Bush no fueron distintos a los miles de turistas que a diario visitan el lugar y tampoco visitaron las habitaciones privadas del cantante situadas en el piso superior. No vieron ni su habitación ni el baño en el que, desapareció para siempre en 1977 debido a un problema de corazón y drogas.

Sí vieron lo que la mayoría: la “Sala de la Jungla”, el sofá blanco de cuatro metros y medio del salón, sus innumerables discos de oro y sus estrambóticos trajes.

Tras la visita, ambos mandatarios se dirigieron a un restaurante de Memphis. donde se prevé que degusten unas buenas costillas a la barbacoa, un manjar típico de la zona que, seguramente, sorprenderá a Koizumi.

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