Fue hace ya buenos años que en un cine de París vi una comedia que jugaba con la palabra Trompe, que significa tanto “trompa”, como la que tiene el elefante, como equivocación: “tromper”. Esto me hace pensar en Trump, el candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, cuyo apellido -¿por coincidencia?- suena igual. Él, que puede poner la boca como una trompa, en uno de sus gestos frecuentes, se caracteriza por llevar un comportamiento parecido al de un elefante que entra en una cristalería dejando un desastre a su paso.
Tiene una conducta torpe.
Sin embargo, ha sido electo candidato oficial por el partido republicano para la presidencia de Estados Unidos.
¿Qué pasa en esa nación? ¿Se ha perdido la sensatez? No obstante, existe una división creciente en su partido a causa de tantas declaraciones desafortunadas e insensatas.
Los republicanos están en una situación difícil tratando de evitar una dramática ruptura en uno de los dos grandes partidos del país, y de sus filas desertan figuras como el saliente representante de Nueva York, Richard Hanna y Meg Whitman, una de las valiosas recaudadoras de fondos para este partido, dispuestos a votar por los demócratas, mientras líderes de otras partes del mundo empiezan a hacer declaraciones. Hollande critica el comportamiento de este candidato, que ha llegado a hablar mal de la memoria de un soldado caído en combate y bromeado acerca de la condecoración militar más alta al honor en la defensa de la patria: el Corazón Púrpura.
Ante todo esto, el mismo Obama ha hecho un llamado en su contra, señalando que “Donald Trump no está capacitado para ser presidente”.
Y es que su discurso contra inmigrantes, especialmente mexicanos, a quienes tachó de narcotraficantes, criminales y violadores, contra musulmanes, incluso si se trata de soldados estadounidenses, contra el grupo LGBT, contra conexiones con potencias comerciales como China, atrae la atención de un grupo de “puristas” que temen por la salud de las tradiciones de una nación, olvidando que está formada por inmigrantes.
En una protesta contra el precandidato republicano a la Presidencia de EE.UU., hubo incluso imágenes de Trump con esvásticas, como comparando sus políticas con las de Hitler. ¿Será él un disfraz del Nacional Socialismo del Führer cuyo lema era “Alemania sobre todo”? Ya varias veces Trump ha dado muestras de un nacionalismo intolerante y cruel.
Lo cierto es que la clase más consciente, más educada, de esa nación y muchos países del mundo, abriga grandes temores ante la elección de este hombre desorbitado si es que llegase a estar a la cabeza de esta gran nación, con un poder inmenso en manos de una persona emocional, impulsiva y tan intolerante como está mostrando ser este personaje.
Tal vez lo mejor que haya hecho Trump como argumento político es agarrarse de un americanismo símbolo de superioridad, con su lema “Hagamos América grande otra vez”. ¿Qué es lo que estará pretendiendo?
El odio engendra odio.
La intolerancia también.