La experiencia de la Primera Residencia Orquestal celebrada en Juan Dolio del 17 al 23 de julio pasado, se llevó a cabo por una esmerada organización de la Fundación Sinfonía que preside Margarita Copello de Rodríguez y un excelente equipo de colaboradores, el apoyo de la Vicepresidencia de la República, del Ministerio de Cultura y empresas privadas.
En este proyecto se trabajó arduamente con clases seccionales por instrumento tres veces al día de hora y media de duración. Cada instrumento trabajaba con un profesor en aulas separadas: los violines I con Otto Derolez y los violines II con Nicolás Giordano.
Las violas, los cellos y contrabajos contaron con la asistencia de Emilio Argento, Isaac Casal y Rodrigo Becerra, respectivamente. En las maderas, los docentes fueron Darío Montoya, flauta; Michael Norsworthy, clarinete; Dejan Kulenovic, oboe, y Ángel Cruz, fagot.
En los metales Jakob Keiding, corno; Víctor Mitrov, trompeta, y Michael Stephan, trombón y tuba. En la percusión estuvo presente Isauro Pinzón y como director asociado contaron con Darwin Aquino.
Este trabajo seccional incluyó la lectura de las obras, técnica instrumental, rítmica y estudio del sonido, con el fin de aprender las obras y mejorar la calidad sonora.
Estos maestros, con ausencia de ego, entregaron todos sus conocimientos a los jóvenes para que ellos los imiten en la vida.
En las tardes se realizaban los tutti o ensayos generales, momento en el cual intervenía el maestro Benjamín Zander (director de orquesta británico nacionalizado estadounidense), invitado especial, quien con su carismática personalidad y experiencia pedagógica trabajaba con la orquesta, mostrando a los instrumentistas la intención del compositor en cada pasaje. Hubo lecciones de vida en sus relatos, al compartir las experiencias que trazaron el camino de su existencia.
Los músicos se involucraban en la interpretación de las composiciones, no sólo desde el punto de vista interpretativo, sino histórico y estético, para aprender con certeza la posición que desempeñaban dentro de la orquesta, así como el carácter de cada pasaje de la obra, si era dulce y melodioso, dramático o amoroso.
No se trabajó para realizar un concierto, se trabajó para crear conciencia de lo que es la comunicación a través de la música, para disfrutarla e interactuar con ella.
La mística de este trabajo integra a los profesores tocando con sus alumnos para reforzar las secciones.
La filosofía del Maestro Zander es el aquí y el ahora. Enseña a tocar como si fuera el último día de la vida.