La “teoría del dar y quitar” y la intención de voto

La “teoría del dar y quitar” y la intención de voto

RAFAEL ACEVEDO
Hay una máxima campesina que dice que «cuando le quieren dar, es como cuando le quieren quitar». Se refiere a un flujo de simpatía o de rechazo que se contagia y se expande a partir de un punto de inflexión en la curva de popularidad de una persona o candidato, que tiende a acelerarse de manera exponencial a favor o en contra de esa persona.

Se trata de un fenómeno emocional, contagioso, repito, que escapa al control racional de los estrategas de campaña.

Una de las características de ciertos fenómenos de masas como el pánico y las turbas lo es la forma rápida, inconsciente e incontrolable con que la gente se contagia, intercambiando sus emociones, o recibiéndolas de parte de líderes, animadores o agitadores. Dentro de una turba, una persona normalmente apacible puede llegar a niveles paroxísticos de envalentonamiento, y gente buena cometer delitos o desatinos que jamás hubieran cometido en circunstancias normales.

Con sentido contrario, también el miedo se puede contagiar, y una persona que es conocida por su presencia de ánimo puede correr despavorida ante un hecho que produzca temor generalizado.

El propio rumor suele contener un elemento de morbosidad que a menudo arrastra a personas que no son dadas a la critica ni a la chismografía, a formar parte del ambiente festinado que se produce cuando refiere alguna desgracia ajena que en condiciones normales o de no estar contagiado, más bien provocaría conmiseración.

Así, la gente se asocia a percepciones y actitudes socialmente compartidas, sin previo juicio crítico, sólo porque presiente que es un sentir generalizado, o que está de moda, o porque hay muchos que piensan así. Difícil resulta lo contrario, disentir de la mayoría, ir contra la corriente, arriesgarse a ser percibido como diferente, aunque a veces, eso puede conducir al liderazgo.

No es sino por un fenómeno emocional y de contagio que la gente valora tan distintamente al ganador, que recorrió el trayecto en 57 segundos y al que lo hizo en 58. Siendo dos atletas de idénticas condiciones y talentos, uno es exaltado y recordado y del segundo nadie se acordará jamás, lo cual es injusto pero ese es el comportamiento que consideramos normal.

Los cibaeños dicen: que «la gente en son lo que le coge». Esto no debería ocurrir cuando se trata de escoger a la persona que mejor deberá conducir el destino de la Nación. Pero no es así, y de eso se aprovechan, con todas las artes y las triquiñuelas posibles, los hacedores de imágenes.

Pero también se dice que la gente sabe con quien le coge, o sea, que hay elementos de racionalidad o conveniencia por lo menos en el origen de ciertas conductas de masas, por más contagiosas, irreflexivas o manipulables que luego parezcan. Con todo, a menudo, las conductas de masas sólo pueden ser aprovechadas, no manejadas.

También es de observarse que la conducta de masas suele tener en su origen un componente oportunista. Al menos la que nos referimos, parece surgir cuando los candidatos están cercanos al empate, cuando se percibe que hay una tendencia al crecimiento de las simpatías a favor de uno de estos. Es precisamente eso lo que los estrategas de Vargas han querido lograr mostrando su crecimiento en base al reporte de encuestas en diferentes momentos. Hábilmente se quiere mostrar que Vargas es el candidato de moda, al que la gente le quiere dar.

La estrategia del candidato presidente deberá ser una de corte racionalista y mover a las masas a pensar en lo mejor de sus ejecutorias, en las garantías de continuar las mejorías que ha realizado en diferentes áreas, y a demostrar que Fernández es la elección más sopesada e inteligente. No deben jugar a la emotividad ni deben incurrir en violaciones de normas institucionales, ni de actos que desdigan de su supuesta o real honorabilidad y confiabilidad. A eso tratará de llevarlo el candidato opositor. De eso debe cuidarse el candidato presidencial. Aquí hay muchas gentes que tienen dificultades económicas, que se sienten disgustadas con el gobierno, y que están muy dispuestas a apostar a que se voltee la tortilla.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas