La 42, una pandilla de matones

La 42, una pandilla de matones

La 42 eran sicarios reclutados y pagados por el general Trujillo.

Los integrantes. Recibían órdenes únicamente de Trujillo

Con el nombre de La 42 se conocía la pandilla de un centenar de sicarios reclutados y pagados por el general Trujillo, con licencia para cometer toda clase de atropellos. El grupo de sicarios gozaba de inmunidad abierta y absoluta. Hasta los altos funcionarios del régimen sufrían sus andanadas, sus asechanzas, sus atropellos. La pandilla solo respondía los dicterios del dictador.


Los integrantes de la banda solo recibían órdenes únicamente de Trujillo, y llevaban a orgullo el hecho de que sus acciones brutales fueran conocidas y presenciadas por el ciudadano común, para que las mismas sirvieran de escarmiento. Ni la policía ni las autoridades militares osaban intervenir en su contra.

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La 42 eran sicarios reclutados y pagados por el general Trujillo.


El nombre de La 42 fue tomado de la Compañía 42 de Infantería de Marina de los Estados Unidos, que prestó servicios en el país durante la ocupación militar norteamericana de 1916, cuyas abusivas acciones fueron superior que el patrón que le sirvió de modelo.


El grupo lo dirigía un hombre de horca y cuchillo, llamado Miguel Angel Paulino. Derivado de sus abusos el comercio de la capital sufrió lo inenarrable a manos de los hampones que comían, vestían y calzaban sin pagar un centavos. Por el contrario, exigían pago por la protección oficial, siempre y cuando la política no estuviera envuelta. Los comerciantes chinos, decentes y laboriosos, pero huérfanos de representación diplomática, sufrieron vejámenes sin cuento. La misma situación sufrieron las colonias española y siria.

La 42 se cebaba principalmente en los dominicanos pobres porque su misión era fundamentalmente política, de represión brutal. Las armas las suplía el ejército y los cabecillas se transportaban en vehículos oficiales sin placas. Con frecuencia el grupo organizaba comilonas con la asistencia del propio Trujillo, del vicepresidente Rafael Estrella Ureña, de Jacinto Peynado y otros altos funcionarios públicos, que regularmente estaban acompañados de hembras escogidas, que bailaban hasta el amanezca al compás del típico merengue cibaeño y sorbos de romo y cervezas.


El cuartel general de la pandilla estaba e la llamada casa del Padre Andrickson, ubicada en la calle Jacinto de La Concha, cruzando la avenida México, del sector San Carlos.

Versiones similares al grupo de La 42 existieron a todo lo largo de la dictadura de Trujillo, que actuaba con mayor discreción. Siempre con un objetivo especifico: eliminar a los críticos del régimen.


Los integrantes pertenecían a diferentes cuerpos de las Fuerzas Armadas hasta que a mediados de la década del 50 fueron agrupados en el llamado Servicio de Inteligencia Miliar (SIM), de triste recordación para los dominicanos.

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