Si, en verdad, reclama un espacio. No quiere protagonismo. No lo busca. Tan solo está interesada en tener la oportunidad de aportar una modesta contribución y que se le permita acompañar la ejecución de un proyecto tan noble y urgente para la sociedad dominicana como es el de la educación y, especialmente, el desarrollo de la calidad de la misma. El país está viviendo una Revolución Educativa que se manifiesta, primero, en la pertinencia de que se asigne al sector los recursos imprescindibles para llevar la formación a los niveles ineludibles que una sociedad moderna requiere. Ello ha permitido dotar al sistema de miles de aulas que se necesitaban. Ahora se empieza a atender un aspecto crucial: la calidad de la docencia, lo cual conlleva evaluación y posible recalificación de maestros en ejercicio, cuando resulte necesario, como reclutamiento de nuevos facilitadores – por concursos bien aplicados – para responder al crecimiento de aulas, la expansión de la cobertura y la tanda extendida. Además, captar estudiantes con buenos resultados docentes para formarlos como maestros/profesores, actualizando los pensum, con los métodos más modernos. Uno de los más graves problemas que ha estado arrastrando la educación dominicana es el desinterés por el estudio de las ciencias – matemáticas, biología, física y química – lo cual va aparejado a una docencia, las más de las veces, deficiente.
Desde hace ocho años en que firmó un Acuerdo de Colaboración con la Academia Mexicana de las Ciencias, la Academia de Ciencias de la República Dominicana – ACRD – ha venido promoviendo – tropiezos más, tropiezos menos – la introducción en el país del programa la “Ciencia en la Escuela”, a lo cual me he referido varias veces en esta columna, sustentado en el Programa de Educación en Ciencias Basado en la Indagación y la Experiencia, conocido como Método ECBI – IBSE, en inglés – cuya aplicación con excelentes resultados se aplica en varios países de la región así como en Estados Unidos y Canadá. En el 2008 la ACRD firmó un Acuerdo con el Ministerio de Educación para iniciar su implementación designando esa instancia un Coordinador que trabajó conjuntamente con expertos de la Academia. Especialistas de varios países impartieron seminarios a cientos de maestros nacionales y casi 50 recibieron entrenamientos fuera del país. Entre las virtudes del Método ECBI encontramos la identificación de habilidades de motivación para interesar a los estudiantes, fórmulas de producción propia, a nivel de facilitador, de recursos para la enseñanza de las ciencias.
A pesar de todo el esfuerzo conjunto realizado durante el pasado año, momento estelar en que se ha empezado a poner en prioridad la lucha por la calidad de la docencia contradictoriamente, no se efectuaron acciones en la dirección de promover el ECBI. Éste año el país será evaluado en el programa internacional PISA, precisamente en el tema de ciencias. Esperemos los resultados. Estamos en un momento de oro de la educación dominicana en el que todo el que pueda aportar debe hacerlo. La ACRD solo quiere tener la oportunidad de brindar su experiencia a la más noble de las tareas.