La Academia de España en Roma, templo y universidad de las Artes

La Academia de España en Roma, templo y universidad de las Artes

Tras los claustros del antiguo monasterio de San Pietro in Montorio, en Roma, se esconde un espacio de proyección internacional de la cultura de Iberoamérica y España, una universidad de artistas que anhelan la inspiración entre los muros de una institución: la Real Academia de España.

Por las aulas de la Real Academia de España en la ciudad eterna han pasado músicos como Ruperto Chapí o Tomás Bretón; pintores como Francisco Pradilla y Alejo Vera; escultores como Agustín Querol o Mariano Benlliure -que con el tiempo fue director de esta institución-; y arquitectos como Aníbal Álvarez o Teodoro de Anasagasti.

Situada en el Gianicolo, colina que domina la ciudad al otro lado del río Tíber y que sirve de límite con el popular barrio del Trastevere, la Academia se halla en un complejo conformado por la Iglesia de San Pietro in Montorio, el Templete de Bramante, la Villa Vaini y el Liceo Español Cervantes.

Fue fundada en 1873 gracias al impulso del político y hombre de letras Emilio Castelar para atender y canalizar el creciente interés por Roma e Italia de los artistas y estudiosos españoles.

Universidad de artistas sobre el Gianicolo. La institución es el hogar y punto de partida de los proyectos, todos ellos inspirados en Roma, de artistas e investigadores que obtienen anualmente una beca MAEC-AECID convocada por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), en colaboración con la Fundación Rafael del Pino.

“Eso es lo que hace que la Academia de España en Roma sea única, que no solo representa la producción artística contemporánea, sino que resume el momento creativo que se vive en España”, dijo a Efe la actual directora Ángeles Albert.
La convocatoria ofrece becas en las siguientes especialidades: escultura, pintura, fotografía, videocreación, cine, grabado, diseño, diseño de moda, diseño gráfico, arquitectura, música y musicología, artes escénicas, literatura (beca Valle-Inclán), cómic, estética, teoría, filosofía y crítica del arte, museología y comisariado de exposiciones.

En las últimas décadas, se ha ampliado el número de residentes -que ya suman más de seiscientos en los últimos diez años- y sus disciplinas, extendiéndose, entre otras, a la gastronomía o el ilusionismo.

“Cuando vas a un museo lo que ves son obras de pintores, escultores, grabadores. Sin embargo, aquí hay también arquitectos, músicos, escritores, dibujantes de cómics”, explicó Albert.

Un espacio donde “el conocimiento tiene un lugar estratégico”. Desde sus inicios, la vocación de la Academia es acoger becarios -anteriormente llamados pensionados, aunque actualmente desde la institución prefieren denominarles residentes- de diferentes especialidades, relacionadas todas ellas con las Bellas Artes.

Creadores, artistas, investigadores, escritores, pensadores y diseñadores españoles e iberoamericanos, con una prometedora trayectoria en sus respectivas disciplinas, viven y producen su proyecto en este centro académico que asemeja a la que fuera Residencia de Estudiantes de Madrid, pero a la italiana.

El conjunto de obras y proyectos de los residentes es un viaje por los meses que el grupo pasó en la Academia, “una institución, de tradición clásica, que apuesta por lo contemporáneo”, definió Albert.

La directora describió la Academia como un espacio donde “el conocimiento tiene un lugar estratégico, un lugar de prestigio, con vocación de estar a la vanguardia y de poder llevar a cabo de experimentación”.
Aunque el programa de becas sea centenario -las primeras becas datan de 1758- este año de 2016 es el segundo en el que los artistas seleccionados reciben una dotación que les permite producir su proyecto.

Diario de un becario. Los proyectos finales de 2016, que tienen como destino posterior su exposición en la Real Academia de San Fernando en Madrid, fueron cambiando conforme transcurrían los días en este templo de las artes.

Este es el caso de Ulises Juárez Polanco (Nicaragua, 1984), residente actualmente en la Academia para escribir su novela “Sirenas” y primer centroamericano en ganar la beca Valle-Inclán de Literatura, una estancia que ha definido con una palabra: “aprendizaje”.El escritor centroamericano confesó a Efe que durante su estancia en la

Academia ha aprendido a “escribir la novela, a convivir con la novela, a dejarme llevar por la novela”.

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