La Academia de Ciencias, la Sociedad de Neurología y Neurocirugía y el Club de la Epilepsia, elevaron sus voces al unísono en estas pasadas navidades preocupadas por el aumento de los accidentes de tránsito, emitiendo sendos documentos, luego de un simposio convocado por la Academia donde se invitaron a las instituciones que tienen relación con la regulación del tránsito en nuestro país.
Por la condición de que he sido directivo de las tres prestigiosas instituciones científicas, aprovecho la ocasión para “conversar” sobre el doloroso tema. Estas instituciones que trabajan por el bienestar, desarrollo del país y la estabilidad de la familia, en el entendido de que es el núcleo principal de la sociedad, mostraron su preocupación por el alto número de los accidentes de tránsito que han venido ocurriendo en los últimos años y que colocan a nuestro país dentro de de los países donde proporcionalmente ocurren más muertes por esta causa a nivel global.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud, en nuestro país ocurren por accidentes de tránsito unas 30 muertes por cada 100,000 habitantes, cifra muy elevada si la comparamos con otros países de Latinoamérica, cuyo promedio es de solo 17 por cada 100,000. Lo grave de esta tragedia es que los involucrados en los accidentes de tránsito son en su mayoría en el nivel de edad de 19 y 39 años, que es una proporción de la población altamente productiva, cabezas de familia y que con sus muertes o sus lesiones desestabilizan la familia; es una tragedia con ribetes de epidemia que no es solo dolorosa por la alta mortalidad, sino que por igual implica costos elevadísimos para la familia y, en particular, para el Estado Dominicano. Se estiman que los gastos anuales en los que incurre el Estado en relación a los accidentes de tránsito rondan en unos 5 mil millones de pesos para el tratamiento, cura y rehabilitación.
Se estima que de más de un millón de pacientes atendidos en el Centro de Rehabilitación, el 33% son debido a los accidentes de tránsito, una porción importante en las que están altamente involucradas las motocicletas. Estas instituciones científicas, prevén que por la forma temeraria en que se conduce en nuestro país, la ingesta de alcohol y drogas por muchos de los conductores, el estado inservible de muchos de los vehículos circulantes, la inobservancia de las leyes y reglamentos de tránsito, el congestionamiento de las vías y la falta de consecuencias ejemplares para los infractores, son indicativos de que esta tragedia continuará en aumento, de no tomarse las previsiones de lugar.
Ante esta triste realidad por la que atraviesa la sociedad dominicana, estas instituciones se suman a todos los sectores que ha mostrado preocupación por la alta mortalidad de los accidentes de tránsito y han decidido: apoyar los programas que implementa la Comisión Presidencial para la Seguridad Vial, las medidas de señalización, el registro de los motoristas y el reforzamiento de la educación acerca de tránsito. Asimismo, por ello apoyamos el Proyecto de Ley de Movilidad de Tránsito Terrestre (Seguridad Vial) que cursa actualmente en el Senado.
Queremos brindar todo el soporte a la Autoridad Metropolitana de Transporte (AMET) para que incremente los cursos de educación vial enfatizando en: los motoristas, los conductores y empleados de sindicatos de autobuses, minibuses y patanas, que son los que más alto número de muertos y heridos ocasionan en los accidentes. También apoyar al Clúster de Alcohol del Ministerio de Salud Pública en la búsqueda de políticas ante el consumo excesivo de alcohol. Nuestras instituciones se ponen a la disposición como asesores para la valoración de las reformas a la Ley 241 sobre Tránsito, en procura de adecuar las penalidades a los infractores. Reiteramos un llamado a todo el pueblo dominicano a que la moderación, la observancia de las leyes del tránsito y la prudencia pueden ser la diferencia entre la vida y la muerte.