La acción del Estado contra la pobreza

La acción del Estado contra la pobreza

«Yo no quiero que me den de comer un solo día, yo quiero que sean todos los dias… «Yo no vendo mi cédula, yo tengo dignidad. «No pueden acordarse de los pobres en las elecciones igual que los pavos en Navidad…»

Estas son algunas expresiones escuchadas en los anuncios publicitarios de la finalizada campaña electoral como estrategias argumentativa para captar el voto de los pobres, sobre todo, lo que viven en la indigencia. Ellas me inspiran a pensar en la acción del Estado contra la pobreza. En este caso tomo referencia los ensayos de José Ramon López La Alimentación y la raza, La Paz en la Republica Dominicana y de Jorge Cela, La Otra cara de la pobreza.

Estos autores consideran al Estado como el actor principal en la reducación de la pobreza. Ambos coinciden en señalar que la intervención del Estado no puede focalizarse hacia los efectos de la pobreza, sino más bien hacia la raíz. Nos dice José R.López»: Librame Dios del error en que incurren la mayoría de los pensadores. Ellos olvidan la complejidad de la vida y tratando a la sociedad como un cuerpo simple, intentan curarla con remedios unilaterales cuando la enfermedad, procedente de diversas causas simultaneas, no puede ser extirpada sino suprimiendo todos los orígenes determinantes de la dolencia» (p.173). Esto supone para el autor una acción más amplia del Estado, lo cual obliga a minimizar su concepción ideológica del pobre como culpable de la pobreza, esbozado en el ensayo de La Alimentación y la raza.

En el ensayo sobre La Paz en la República Dominicana describe cuatro causas del problema de la pobreza: la insuficiencia del esfuerzo individual, la ignorancia o la falta de instrucción, las revoluciones frecuentes y la injusticia (p.165).

Su estrategia de solución incluye dos aspectos: una buena política estatal y la instrucción del campesino, mejorarando la organización de la producción agrícola con la participación de la intelectualidad. De nuevo reaparece su elitismo corportativo como indica el historiador holandes Michel Baud(Estudios Sociales, no.64, p.63). La pobreza podría ser reducida con la gestion eficiente de una élite educada e influyente en la acción del Estado.

El énfasis en la clase ilustrada se alimenta del fracaso de los grupos políticos que timonearon el Estado. «Son hombres que se adueñan del poder, repartiendo dádivas y violencias, injusticia y favoritismo, con los cuales aterran a unos y corrompen a otros»(p.122). Esos hombres, generales, polítiqueros, sin formación que van a enriquecerse y que mantienen el país en un estado de sosobra y guerra permanente, cosechando sus mejores frutos entre la pobreza del campesino.

La sociedad que describe López es eminentemente rural y falta de instrucción. Ahora bien, su propuesta refuerza la acción asistencialista del Estado y de la clase intelectual, aunque reconce que no todos hicieron el compromiso con la nación. Está atado al intelectualismo de la clase que debe gobernar, lo cual es un pilar a la hora de formular e incidir en las políticas públicas. Restan valor a las estrategias desplegadas por los pobres para superar la pobreza. Es obvio que las condiciones socio económica de la clase campesina de la época que vivió López era deplorable. En palabras de Pedro Fco. Bonó, «Son hijas de la esclavitud, moldeadas por coloniajes perpetuos, no debieran tener estas clases más virtudes y educación que las pasivas o inertes de sus progenitores…(p. 192).

En cambio, Jorge Cela describe dos tipos de pobreza: accidental y la estructural. La primera es provocada por fonómenos de catástrofe natural como ciclones, terremotos… La segunda, fruto de la distribución desigual de las riquezas, institucionalizada en la sociedad, está conformada por estructura que garantizan su perpetuación. Ella configura una cultura donde ser pobre es «percibir el mundo con impotencia, perder el aprecio por su identidad, enfrentar la vida como un callejón sin salida» (p. 121). Por eso, en muchas jornadas de capacitación a las organizaciones populares en Santo

Domingo, los participantes señalaban el valor de la autoestima y el expresarse en público como conquistas importantes en desmedro de aprendizaje significativo más abstracto. En realidad es una dimensión relegada por su condición de pobreza.

Propone cambios estructurales que impidan el enriquecimiento de unos pocos y el empobrecimiento de otros. También se deben implentar políticas sociales focalizadas hacia la superación de la cultura de la pobreza, que va más allá de la pobreza material, políticas de redistribución del ingreso. Contrario a López que mira los cambios desde arriba, Cela considera que deben hacerse desde la perspectiva de los pobres, retomando los principios de la modernidad: racionalidad e igualdad y con la participación de las organizaciones de la sociedad civil. No obstante coincide con López cuando reconoce la debilidad de los pobres indigentes para comprender las demandas más globales que vayan más allá de las acciones inmdiatas. Ahora bien, queda por explicitar el componente estratégico para hacer viable esa propuesta y de qué forma puedan los pobres hacer concreta su intevención en la acción pública.

En suma, la acción del Estado es fundamental en la reducción de la pobreza crítica, así como la participación de los diversos actores privados y de los pobres. En buena momento estamos para retomar las palabras que acompañan este escrito. Ellas indican el camino para diseñar políticas públicas y programas que permitan a los pobres ser sujetos o no objetos. La experiencia va indicando que donde hay nivele reales de participación, la gestión se hace más eficiente y responsable.

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