Apenas días atrás, la prensa escrita resaltó en primera plana con un gran titular una supuesta gran notica dada por un ministro del gobierno del presidente Lic. Danilo Medina, declaración que, por provenir de ese alto funcionario, casado con la reelección presidencial, resulta nada asombrosa; sin embargo el editor, por equis razón, consideró novedosa llamando la atención de sus suscriptores y otros más interesados en conocer los elementos en que se basa la categórica afirmación, al declarar que el Presidente Medina tiene una gran aceptación… Y por qué dudarlo, ¿qué de extraño tiene eso?
Danilo Medina agota su octavo año consecutivo como Presidente de la República. En ese largo lapso, aunque su simpatía inicial ha venido decayendo de manera consistente de acuerdo con las últimas encuestas y estadísticas. Pero no hay lugar a dudas de que el Presidente tiene aceptación. Además de muchos cercanos seguidores que se han visto largamente favorecidos de manera no santa, otros más también han recibido y disfrutado de facilidades y asistencia económica ampliamente difundidas por todos los medios y sus bocinas, incluyendo asociaciones empresariales e inauguraciones de construcción y reparto de viviendas, de aulas escolares y escuelas, de hospitales, mejoría en el trasporte colectivo de metros y teleféricos y muy especialmente buena parte de campesinos sin tierra y agricultores, agrupados en cada visita sorpresa que alcanza hasta lugares recónditos, como también la elevada cantidad cargos y nombramientos de amigos, familiares, compañeros de partido que han visto llenar sus bolsillos con poco esfuerzo unos, o salir de apuros cotidianos con un empleo bien que mal remunerado, pero empleo al fin, que ha abultado de manera excesiva la burocracia clientelar.
Todas estas gestiones y decisiones realizadas a lo largo de su mandato recubierto de sencillez y humildad, han sido concebidas por un hombre pragmático, como él se define, que sabe lo que quiere y cómo conseguirlo con solo doble propósito, propio de todo partido político y su líder: mejorar su imagen pública y de su gobierno (populismo) y perpetuarse en el poder todo el tiempo que sea posible sumando adeptos favorecidos durante su mandato generador de votos en las urnas sin importarle ni mucho ni poco la procedencia de esa magnificencia proveniente de los fondos públicos, de recursos que se administran libre y diestramente para lograr el objetivo primario: conquistar y permanecer en el poder, cuéstele a quien le cueste. Las excepciones vienen a confirmar la regla a lo largo de nuestra historia.
El declarante no se preocupa en ver la otra cara de la moneda, que no es de Danilo solamente: El respeto que merece la Constitución y en este caso el transitorio que él mismo ayudó a redactar que compromete su honor frente a la historia y desaíra a un núcleo importante de la población que propugna y quiere un cambio que aliente nuevas esperanzas y que el presidente no se vea marcado por la historia y descienda del solio presidencial como él ha dicho que prefiere: bajando la escalinata palaciega con la frente en alto y la gratitud de su pueblo.