La adulteración del alcohol es un acto de crueldad

La adulteración del alcohol es un acto de crueldad

Marien Aristy Capitán

Muchos mueren. Otros quedan en un mal estado. Es un crimen

En noviembre del año pasado el venezolano Armando Medina se intoxicó con alcohol adulterado en una excursión a la isla Saona.

Desde aquel día su vida ha sido un infierno: estuvo en coma, con una traqueostomía y se ha tenido que someter a muchísimas terapias para ir volviendo, muy poco a poco, a la vida.

Armando apenas comienza a hablar de nuevo y ha recuperado algo de movimiento corporal. Con un larguísimo camino por delante para volver a ser él, su caso nos lleva a ver el lado más cruel de una práctica que no se había tomado muy en serio hasta ahora: la falsificación y adulteración de bebidas alcohólicas.

El martes pasado el Gobierno dijo que emitirán dos decretos para frenar esta tremenda epidemia que ha cobrado 107 vidas afectado a 262 personas. Entre las medidas a tomar está algo que debieron hacer hace mucho: regular la entrada del metanol.

Hace unos días circuló una entrevista a un exfabricante de alcoholes adulterados. En su versión, él falsificada cualquier marca, según explicó en Bajo Presión TV Show, y eso le tomaba apenas 25 minutos. El metanol, por supuesto, era el protagonista de sus “creaciones”.

Escucharlo fue indignante. ¿Cómo se puede jugar, de forma tan brutal, con la vida de la gente? ¿Vale la pena lucrarse engañando y matando a los demás?

Llama la atención que, a pesar de que se anuncian los operativos, son pocos los detenidos que hay por esta práctica.

¿Es que no llegan a detener a los verdaderos responsables? En el caso de Armando aún no se ha hecho justicia. ¿Alguien va a responder por los más de cien muertos? Ojalá que así sea.

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