La ciudadanía vive en una expectativa sobre el plan nacional que el gobierno aplicaría frente a las alzas de precios del petróleo -asociadas a las de alimentos- que de continuar ahondarían el déficit de cuenta corriente y colocarían a la economía en el derrotero incierto de consumir mucho más dólares que los que ingresan, como acaba de poner de relieve el subdirector gerente del FMI, Murilo Portugal. La gravedad de la situación de este país, común a otros similares castigados implacablemente por las cotizaciones del crudo, obliga al gobierno a tomar acciones que impacten medularmente en la economía.
Han de ser objetivos de corto plazo: Reducir el consumo ineficiente de energía; invertir el curso descendente de exportaciones, incentivándolas; modificar aspectos de infraestructura adversos a la producción; revisar, con firme voluntad política, las inversiones y gastos del Estado. El gobierno tendría no solo que poner en marcha programas para alcanzar las metas que reclaman las circunstancias, sino colocarse a la vanguardia en el ahorro, dando ejemplos y actuando de manera resuelta para que con nuevas reglas que propicien la rentabilidad y la eficiencia, el sector privado juegue un mejor papel, acrecentando la producción. Pero todo lo anterior resultaría insuficiente si no se lanza a también tomar las medidas que sean necesarias para preservar niveles adquisitivos que eviten los sufrimientos que causa la carestía de alimentos.
Más protección a padres y tutores
La autorización de las autoridades educativas a los colegios privados para que dispongan alzas de tarifas de hasta un 12% para el próximo año lectivo, debe considerarse un golpe inevitable, pues ningún sector de servicios ha escapado a los incrementos de costos que repercuten hacia todas las áreas de la economía. Pero en la carga mensual al presupuesto familiar por educación a veces aparece la imposición de gastos extras por concepto de cambios adelantados de textos y uniformes, adquisición en demasía de útiles y otras contribuciones.
Los directores de colegios deben ser advertidos mediante resolución de que los tiempos exigen austeridad y de que algunos gastos tradicionales deben reducirse en momentos de crisis, sin tocar lo prioritario. Colóquense a la altura de las circunstancias, busquen economía para su beneficio y el de las familias y que la Secretaría de Educación vele por ello.