La agenda Xi

La agenda Xi

Acaba de celebrarse el Congreso del Partido Comunista de China y el mundo estuvo muy pendiente de lo que en él se aprobaría, conscientes políticos y medios internacionales de que en el mundo socialista ahí se encuentra el verdadero centro de poder y sus decisiones resultan trascendentales. En este caso, un gran actor en el escenario internacional actual, primera economía mundial por volumen y convirtiéndose aceleradamente en eje vital del mundo de nuestros días, lo que se decidiera tendría impacto mundial inmediato. Efectivamente, el primer resultado fue la prórroga por otros cinco años de la presidencia de Xi Jimping – la norma china es desde hace dos décadas que el presidente se desenvuelva en dos periodos de cinco años cada uno.
Xi reafirmó el principio de un “socialismo con características chinas para una nueva era”, plataforma sobre la que se ha convertido “en una gran potencia en el mundo” y “lista para jugar un gran papel en la historia”. El objetivo lo dejó muy claro cuando aseguró que es «hora de que tomemos el centro del escenario mundial y hagamos una mayor contribución a la humanidad». Con la claridad que ha venido hablando en diversos fórums mundiales expresó, en lo que los observadores consideran una clara alusión a Trump, que «ningún país puede replegarse como si fuera una isla, vivimos en un mundo compartido y enfrentamos un destino compartido». Mientras proyectaba la construcción de unas fuerzas armadas poderosas, la continuidad de la construcción de una red de infraestructuras planetarias conectando a China con el resto del mundo – lo que ha sido denominado como “Nueva Ruta de la Seda” – y la lucha acérrima contra cualquier manifestación de corrupción, advirtió, sin medias tintas, que el país no copiará “sistemas políticos extranjeros y que el Partido Comunista debe oponerse a cualquier cosa que socave su liderazgo en China”.
De su discurso en el Congreso ha quedado claro lo que ya es visto e interpretado como el “pensamiento de Xi Jinping” lo que se sustenta en la profundización de la estrategia de desarrollo teniendo como eje un “modelo económico más equilibrado” en la continuación de una profunda reforma con “nuevas ideas para el desarrollo”. Además, proyecta que ese desarrollo promueva una “armoniosa” relación entre hombre y naturaleza. Reiteró la “absoluta autoridad del partido sobre el ejército” y todo el quehacer de la sociedad. Aseguró que la sociedad china debe basarse en el respeto al derecho. Comprometió la defensa a ultranza de los principios del socialismo y de la seguridad nacional e insertar al país de manera responsable hacia el futuro de la humanidad. El tema de la reunificación nacional, como era de esperar, fue manifestado con fuerza bajo el criterio político centrado en “un país, dos sistemas” en el cual se basa la relación de Hong Kong y Macao – como Regiones Autónomas Especiales” – con lo que envió un mensaje a Taiwán, la “isla rebelde”, problema medular de la política de China.

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