La agricultura dominicana: una ficción

La agricultura dominicana: una ficción

Hay funcionarios que creen que desinformando a la población resuelven todos los problemas y cumplen así con su función pública sin complicarse la vida. Quieren apaciguar los ánimos con una ficción, cuando lo correcto es advertir con tiempo de esos problemas y tomar medidas para resolverlos.

¿Valorizaría la sociedad esa transparencia de los funcionarios públicos aunque implique mayores riesgos en el cargo? Bueno, quizás no en el corto plazo pero a la larga eso se retribuye, resaltando la responsabilidad y honestidad de ese funcionario.

El flamante ministro de Agricultura, ante la ola de aumentos de precios de los alimentos, declara que eso no tiene justificación, que hay abundancia de comida y que el país puede abastecer a 14 millones de personas. Habló de sus cifras imaginarias de arroz y del aumento sustancial en la producción de vegetales comparando siempre, como buen político, el 2004 con el 2010. Pero esa producción de vegetales se ha logrado gracias a los invernaderos creados en el Gobierno de Hipólito Mejía y que este gobierno quiso desprestigiar y destruir por razones políticas.

Pero veamos la ficción del Ministro. Los precios de casi todos los alimentos y materias primas han aumentado a nivel mundial y especialmente aquellos, como el maíz y el trigo, que son de amplio consumo nacional. Los precios del petróleo lo han hecho vertiginosamente en los últimos meses causando aumentos en el transporte, en los bienes y servicios que importamos y en toda la cadena alimentaria nacional.

Por lo tanto, el Ministro no tiene razón cuando dice que no hay justificación para aumentar los precios.

Pero donde la ficción alcanza su grado máximo es cuando habla de que la agricultura puede abastecer a 14 millones de personas. Datos del Banco Central muestran que en el 2008, muy similar a las tendencias del 2010, se importaron en materia prima para la agricultura y la industria alimenticia US$363 millones; en productos alimenticios elaborados o semi-elaborados US$619 millones; en leche US$178 millones; en arroz US$9.7 millones; en azúcar parda US$13.8 millones; aceites vegetales alimenticios US$155.4 millones; en maíz a granel para consumo humano y animal la friolera de US$257.7 millones; y en trigo a granel  US$157.7 millones.

Estas importaciones alimenticias costaron US$1,760 millones, que no incluyen muchos bienes intermedios que son usados en la producción agropecuaria, como los combustibles, equipos, envases, materiales, etcétera. Esto elevaría las importaciones a US$3,100 millones. 

O sea, que si hablamos de carne sin materia prima importada, produciríamos una cuarta parte de lo que se produce actualmente. Con el pan, las pastas, los dulces y todos los derivados de la harina, la producción sería cero sin el trigo importado. Y con la leche, las habichuelas, los aceites comestibles, el  azúcar y parte del arroz, pasaría algo parecido.

Pero el Ministro, en vez de preocuparse por revertir la tendencia decadente de la agricultura y la agroindustria dominicana, habla de que podemos alimentar a 14 millones de personas. Pura ficción. Porque ni el auto-abastecimiento en arroz, donde no somos competitivos, es real, ya que en el 2009 se importaron US$25 millones y a septiembre del 2010 va por 12.9 millones.

La verdad es que con acertadas políticas agropecuarias, eficiencia tecnológica, suficiente inversión en el campo y un Ministerio que se ocupe de su trabajo, el país podría producir el 50% de la materia prima para consumo animal que se importa. Además, podríamos ser auto-suficientes en azúcar, leche, arroz, aceites comestibles y otros granos básicos, incluyendo un sin número de bienes alimenticios semielaborados y elaborados, reduciendo sustancialmente las importaciones.

Pero esta idea también es ficción.

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