La agropecuaria adelante

La agropecuaria adelante

Participo mi incredulidad, y en cierta medida cabría aplicar lo de a palabras huecas oídos sordos. Venga empero, otra más, esta promesa. Con todo mi corazón, con toda mi alma, querría que se diese. Y en efecto, anhelo un decidido apoyo a la producción como firme tendencia del Gobierno Dominicano en los tiempos por venir. Afirmo, además, que si la situación social es aún soportable débese a los víveres baratos que aparecen por las calles. Porque un plátano verde en dos pesos aquieta a los que sufren estrecheces aunque no están del todo decididos a sumarse a locas protestas.

De ahí que propugne por una agropecuaria apoyada financiera y técnicamente con decidido empeño. Bien podría recordar que se impone una reorientación del uso de suelos. Mas no es el momento, aunque desde hace tiempo se tornó imprescindible una decisión en tal sentido. Porque la verdad sea dicha, los productores dominicanos en su mayor parte siguen rutinas no siempre provechosas. Utilizamos suelos de vocación agrícola como pastizales. Suelos en los que las yerbas son endémicas pretendemos aprovecharlas para cultivos menores y horticultura.

En este sentido tal vez lo único que hemos sembrado en lugares apropiados son las uvas. Cuando estos cultivos fueron introducidos en los años del decenio de 1950, se procuraron suelos aluvionales sometidos a temperaturas extremas.. En los períodos diurnos estos suelos revientan de calor solar y en las noches tiritan por los vientos más gélidos. Si el Instituto Nacional de la Uva, INUVA, que en años recientes se estableció como organismo promotor de estas siembras recibiera el respaldo apropiado, tal vez más agricultores abrazasen la viticultura.

Los productores de mangos de la Provincia Peravia constituyen ejemplo sin par de iniciativa privada. A tierras ubérrimas pero de pluviometría escasa y generalmente secas, les han arrancado los secretos de esta deliciosa fruta, introducida. Exportan y con las monedas fuertes que generan contribuyen, con un grano de arena, a la precaria estabilidad monetaria sostenida. Cultivos singulares unos de mayor éxito que otros, son los de lechozas, los aguacates y desde hace poco, las manzanas de oro. Otros muchos cultivos pueden tornarse oportunidad de trabajo para miles de manos ociosas si las políticas públicas se ligaran a cerebros con inventiva.

Sueño pues con el apoyo a la producción. No porque surcásemos los caminos de una economía terciaria debimos abandonar el campo. Por el contrario, estuvimos obligados a darle sentido empresarial a los esfuerzos de esa producción primaria. Se intentó con algunas siembras, como el arroz, pero se desperdiciaron oportunidades hasta que los antojos cibernéticos y la globalización ciñeron las ataduras que padecemos.

Es hora de reemprender la tarea. Por eso, aún incrédulo, me tienta la credulidad y pienso que efectivamente el gasto público será reorientado para darle apoyo a la producción.   

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