La alimentación escolar debe salir de los tropiezos

La alimentación escolar debe salir de los tropiezos

La alimentación escolar debe salir de los tropiezos. Desconcierta por sus perfiles de fracaso del sector Público el eco incesante de los conflictos entre proveedores contratados en medio de confusiones y quienes rigen el programa que debe combatir la desnutrición en cientos de miles de estudiantes pobres que son mayoría en el país.

Un pan de la enseñanza que si llega a defectuosas aulas sin un buen contenido para los estómagos, disminuye masivamente las capacidades de asimilación.

Es inaceptable que todavía graviten sobre asistencias sociales clave para la salud y los aprendizajes de las masas humildes unas incapacidades de gestión que comienzan con exorbitantes atrasos de pagos por las raciones.

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Se pasa a dudar de eficaces aplicaciones de requisitos sobre calidad y suficiencias de estas distribuciones, estando las adjudicaciones bajo denuncias de favoritismos e incumplimientos de las bases de los concursos.

Está bien que haya un firme esfuerzo por regular las relaciones entre el Estado y la diversidad de orígenes de los alimentos y que se les depure y vigile desde las cocinas, generalmente artesanales y rudimentarias, hasta su destino en los planteles.

Pero mantener en estándares apropiados algo tan elemental como suministrar comestibles no supone la aplicación de fórmulas operativas excepcionales y complicadas habiendo conquistado esta nación un 4% para la educación apropiado para llenar sus ámbitos de solvencia en dinero y en profesionalidad administrativa.

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