La alquimia en el amor

La alquimia en el amor

“El amor más fuerte es áquel que puede mostrar su fragilidad”.
Paulo coelho
 
Tal como lo expresa Arjona en una canción, debemos vivir el amor como verbo y no sustantivo. Deepak Chopra, médico indio radicado en California inspirado en la sabiduría de los textos védicos de la India, escribió en 1997 un hermosísimo libro: «El camino hacia el amor». En él, revela como la espiritualidad es el alimento más rico para alimentar el amor, y darles a nuestras relaciones una mayor profundidad y significado.
 
La alquimia es una disciplina filosófica muy Antigua, de más de 2.500 años, y abarca aspectos místicos, filosóficos, esotéricos y artísticos. Fue una de las principales precursoras de las ciencias modernas. Es citada en historias, películas y espectáculos teatrales como el proceso usado para transformar el plomo en oro, o pasar de vivir desde el ego a vivir desde el amor.
 
El ego busca control. Si buscas seguridad estás renunciando al amor. El escritor británico de fantasía y ciencia ficción Terry Pratchett creía que la mayoría de los alquimistas eran gente nerviosa, una característica compartida por todos aquellos que no saben a ciencia cierta lo que hará a continuación el crisol de materia burbujeante con el que experimentan. ¿Acaso tú sabes lo que te ocurrirá? Tal vez, el reconocimiento del misterio también te ha convertido en un alquimista.
 
El amor es un misterio, igual que la vida y la dimensión espiritual. Ante tanta grandeza, sólo podemos rendirnos. El aspecto espiritual es el que sostiene las relaciones basadas en el buen amor, permitiéndoles expandirse y crecer. Sin embargo, en una sociedad como la nuestra, donde la idea de espiritualidad está unida a las religiones organizadas, el concepto de espiritualizar nuestras relaciones genera desconfianza.
 
La verdad es que es imposible separar el amor del espíritu. El espíritu siempre está en movimiento, por lo cual la acción es una característica del amor. Cuando lo experimentamos de este modo, es imposible sentir soledad. La soledad llega cuando vivimos desde la ilusión que nosh ace creer que estamos separados. El amor nos une íntimamente a todo lo que nos rodea. La plenitude en el amor no sólo es possible, sino que es la consecuencia natural.
 
En el plano espiritual, los alquimistas debían purificarse a través de sus conocimientos del fuego y su correcta regulación. El fuego simboliza al espíritu. El amor es la expresión de ese espíritu. Para los alquimistas toda sustancia se componía de tres partes mercurio, azufre y sal (espíritu, alma y cuerpo) llamadas principios.
 
Por manipulación de las sustancias y a través de diferentes operaciones, separaban cada una de las partes para ser purificadas individualmente en una labor que solía conllevar mucho tiempo. Luego las tres partes debían unirse para formar otra vez la sustancia inicial. Una vez hecho todo esto la sustancia adquiría ciertos poderes.
 
En alquimia se conocen 7 etapas:
 
1-Calcinación.
 
Es la etapa en que nos llega la primera experiencia de trauma o de un desafío que nos mueve completamente el piso. Todo el orden habitual que nos servía de soporte de seguridad se derrumba. Esta vivencia se conoce como la “tierra ardiente” o el “terremoto de la tierra conocida”. Puede ser una experiencia cercana a la muerte, un corazón roto, una enfermedad, un desastre, la pérdida de un ser querido o cualquier otra pérdida de carácter financiero, emocional o físico. Podríamos ser tanto la víctima como el perpetrador. Nuestra vida entra en un cuestionamiento profundo. El velo ante nuestros ojos empieza a desgarrarse, y comenzamos a ver.
 
2-Disolución.
 
inicia el repaso de nuestra infancia y de nuestro pasado, y empezamos a reflexionar sobre lo que hicimos, lo que no empezamos o no concluimos, y el precio que hemos pagado por todo lo hecho. Revisamos nuestra formación, la recibida en la familia y en la escuela, y cuestionamos cómo nos ve la sociedad. Revisamos nuestros valores y las inseguridades que sentimos.
 
Este es el momento donde tenemos la oportunidad de empezar a vernos a nosotros mismos, la inmadurez, la insensatez y la impulsividad que mostramos ante determinadas circunstancias o situaciones. Cuestionamos la perfección de  unos padres que dentro de nuestra idealización veíamos perfectos, o que pese a verlos con sus defectos, nos influían de manera inconsciente y nos moldearon de alguna forma a la imagen de las expectativas que tuvieron de nosotros como hijos.
 
La sociedad, los ídolos y los líderes con los que nos relacionamos, son vistos de un modo más real. Si el pasado fue doloroso o difícil, ahora podemos verlo, asimilarlo, reconciliarlo y tomar lo bueno que se había mantenido oculto.
 
3-Separación.
 
Empezamos a ser tentados con la idea de hacer algo nuevo, tomar un camino distinto y responder a la vida de forma diferente a la que estábamos acostumbrados. Empezamos a reconocer un ser diferente en nuestro interior. Un nuevo mundo surge para nosotros. Comenzamos a ver más opciones. Se despierta una sensibilidad diferente ante el dolor y los desafíos del mundo. Puede surgir la necesidad de participar en algo para servir a otros.
 
Se empieza a mirar la realidad y las necesidades de los demás desde una perspectiva más amorosa, que corresponde a la persona que somos en este punto. El respeto y el compromiso se convierten en un modo de vivir. Las posibilidades pueden ser vistas, hay responsabilidad para elegir y asumir las consecuencias por el camino transitado. Es posible que se desee cambiar de trabajo, casa, o emprender un viaje. También puede surgir el deseo de aprender o experimentar  algo que puede ayudar a cambiar nuestro intelecto, nuestro mundo y a nosotros mismos. Algo que resuene más con las necesidades y deseos de nuestro corazón.
 
(Primera parte)…