EFE Reportajes.- Uno de los principales pulmones del planeta lo constituye la Amazonia brasileña, pero además es una de las zonas más codiciadas por sus recursos naturales. La riqueza de sus bosques y de sus suelos provoca la ambición desmesurada y sin contemplaciones de muchas personas que, sin escrúpulos, diezman cientos de kilómetros cada año.

Esa situación ha hecho que durante  décadas, organizaciones internacionales hayan clamado por la preservación de sus bosques y de la poblaciones tribales que allí habitan. Intereses económicos y políticos han suscitado conflictos no exentos de actos criminales en los que la mayor parte de las veces han sido víctimas los propios nativos de la selva.

 Causas de la deforestación en la Amazonia.  La deforestación ha pasado a ser una cuestión crucial en el problema del calentamiento global. Según el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC), la destrucción de los bosques es responsable de casi una quinta parte de las emisiones de efecto invernadero generadas por el ser humano. De seguir esta situación puede llegar a convertirse en una seria amenaza para la masa vegetal del planeta.

La llamada “Amazonia legal” de Brasil es un territorio de cinco millones de kilómetros cuadrados que comprende nueve estados del norte y oeste del país que forman parte de la cuenca del río Amazonas.

Buena parte de ese territorio corresponde a selvas tropicales y grandes cursos de agua que, según organizaciones ambientalistas brasileñas e internacionales, están amenazados por la expansión de las madereras, haciendas ganaderas y agrícolas y por el crecimiento urbano e industrial.

El área deforestada de la Amazonia equivale a la zona ocupada por España, Portugal y Grecia y se trata tan solo de 18% del total del territorio de esta selva brasileña, además, más de un tercio de las florestas restantes están también degradadas. Aparte de la extracción de la madera y el cultivo de soja, la mayor amenaza es la ganadería bovina. La destrucción está causada por la fuerte demanda de estos productos de la Amazonia brasileña que se consumen en Brasil, Asia, Estados Unidos y Europa.

El aumento de los rebaños en la Amazonia, así como los campos de soja para la industria de los biocombustibles y la mayor demanda de maderas crea un rápido y efímero crecimiento al que le sigue, como causa inexorable, un colapso social, económico y ambiental.  De esta forma amplias zonas de esta selva van desapareciendo en medio de un fuerte clima de violencia social. Esta situación genera el descontento de los pueblos indígenas que ven cómo a su alrededor otros se enriquecen a costa de la naturaleza que a ellos tanto les cuesta preservar.

Las claves

1- La tesis de Lula

El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, reafirmó su tesis de que la vasta Amazonia brasileña no puede escapar del “progreso”, pues sus habitantes también quieren tener autos, carreteras y ferrocarriles.

2. “Países Calvos”

 También criticó a los que llamó “países calvos”, que “no tienen un árbol más, porque desforestaron todo” y ahora piden a Brasil que deje intacta la Amazonia. “Cuando queramos consejos, vamos a pedirlos”, dijo Lula.

3.  Deforestación

 El área deforestada de la Amazonia equivale a la zona ocupada por España, Portugal y Grecia y se trata tan solo de 18% del total del territorio de esta selva brasileña.

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Progreso
En la selva

La Amazonia brasileña es el mayor bosque tropical del planeta y uno de los rincones con mayor biodiversidad. A pesar de los llamamientos de organizaciones internacionales para parar su degradación, el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva acaba de hacer pública su intención de llevar el progreso a la selva de la Amazonia, con lo que,  a partir de ahora, los desastres ecológicos pueden llegar a tener dimensiones irreparables. Las medidas que quiere poner en práctica Lula da Silva pueden beneficiar a muchos y perjudicar a otros, pero la selva de la Amazonia se resentirá y repercutirá en todo el planeta.