La ambición

<P>La ambición</P>

“En teniendo pan y abrigo estemos contentos”.

Este fue uno de los grandes consejos del apóstol Pablo.

En otra ocasión afirmó que “la raíz de todo mal es el amor al dinero”.

A más de dos mil años de existencia del cristianismo, para muchos estas palabras suenan un tanto desfasadas.

Jesús había aconsejado lo mismo al hablar contra el afán y la ansiedad de la gente de su época.

“No os afanéis por vuestra vida,  qué habéis de comer o qué habéis de beber;  ni por vuestro cuerpo,  qué habéis de vestir.  ¿No es la vida más que el alimento,  y el cuerpo más que el vestido?”

La actitud de hoy con relación a lo material presta poca importancia a estos planteamientos.

El objetivo principal de un cierto porcentaje de seres humanos es el dinero y la acumulación de cosas materiales. Es un afán ciego que lleva a muchas cosas.

Algunos no se guardan siquiera la forma y, otros, son tan implacables que no importa si deben apelar a la mentira, al engaño, la falsedad, la corrupción o si las manos se ensucian con sangre.

Estamos llenos de crónicas que hablan de asesinatos siniestros y sólo por dinero. Quedamos atónitos con individuos preciados como señores que han tenido que comparecer ante jueces por defraudar a la sociedad de manera abusiva.

Su ambición les ha llevado a apostar a una impunidad que nunca dejará que su carácter débil sea desnudado ante los demás.

Otros están dispuestos a librar una fiera batalla contra la ley y el sistema. Saben que sus andanzas serán descubiertas pero no les importa, pues la meta es dar un buen golpe antes de que esto ocurra, quizás tengan suerte negociando con un ministro de justicia de conciencia débil.

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