Estados Unidos «seguirá centrándose en el reto más serio a largo plazo para el orden mundial… la República Popular China. El único país que tiene tanto la intención de cambiar el orden mundial, como el poder económico, diplomático, militar y tecnológico creciente para hacerlo» (verdadera pesadilla en Washington), además, aseguró el secretario de Estado, Washington no busca «conflicto o Guerra Fría con China». «Al contrario, tenemos la intención de evitar ambas cosas». Fueron palabras de Anthony Blinken al exponer la política del país para enfrentar el “reto” de China. Agregó que Beijing busca convertirse en “la potencia líder del mundo” y se moderniza rápidamente gracias “al talento, ingeniosidad y trabajo arduo de la población, pero, continuó, “en vez de utilizar su poder para reforzar y revitalizar las leyes, los acuerdos, los principios, las instituciones que hicieron posible su éxito … los está socavando”. En consecuencia, expresó el funcionario, como EEUU no puede hacer que China cambie su “trayectoria” ha decidido “modificar el entorno estratégico alrededor de Pekín”.

Para la “amenaza china” tener éxito la estrategia norteamericana se resume en tres palabras: “invertir, alinear, competir”, o sea, “competir con China para defender nuestros intereses y construir nuestra visión para el mundo». El funcionario aseguró que EEUU no busca “transformar el sistema político de China” pero esboza la vieja diatriba de democracia, dignidad humana y libertad, los “valores estadounidenses” de los que siempre acusan a China de carecer. Para avanzar, anunció la creación de “China House” en el Departamento de Estado.

Traduzcamos:

China no ha creado un grupito de naciones, estilo G7, para pretender dirigir el mundo al margen de la ONU, pivote del orden mundial que no es Beijing quien ignora e intenta sustituir y, por el contrario, reclama volver al multilateralismo frente al unilateralismo que Washington asume. China considera tiene derecho a un liderazgo global compartido, que EEUU lucha por impedirle para seguir reinando solo. Blinken reconoce las conquistas del pueblo chino gracias a un sistema que el estadounidense dice que Beijing está “socavando”. La verdad incuestionable es que el espectacular desarrollo chino que tanto preocupa se lo debe a la dirección del Partido Comunista y, contrariamente, eso es lo que quisiera EEUU “socavar”.

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EEUU no quiera una «Guerra Fría”, lo cual disimula bastante estimulando la independencia de Taiwán; que pretenda “competir” es excelente, pero debe hacerlo con transparencia y no recurriendo al artificio de la “seguridad nacional”.

Washington no quiere “obligar a los países a elegir sino darles opciones” pero cuando pretendes ofrecer opciones son para “hacer elegir”.