El toque de silencio para declarar la muerte formal de derechos políticos y sociales en Venezuela, país de hambruna, represión y éxodos, ha llegado con los acordes de un ultimátum mortal a su población emitido por la dictadura chavista de que haría correr sangre si es derrotada electoralmente en este mes. El barniz democrático que venía esfumándose con sistemáticas persecuciones a figuras de la oposición pasa a las reales intenciones de sojuzgar crudamente aun más al pueblo; cuya economía y convivencia se desplazan desde hace tiempo por un plano inclinado hacia el abismo. La pobreza, la caída de la producción y de los abastecimientos, y el aumento de la corrupción, llevan a Venezuela al naufragio. En salida masiva al exilio de habitantes presionados por crisis permanentes y abusos de poder ninguna república iguala a Venezuela en los últimos años. En este momento la patria más urgida de solidaridad internacional, además de Haití, es de la de Simón Bolívar.
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En hermandad, los dominicanos acogen a sus ciudadanos de grueso arribo para insertarse en diferentes formas de ganarse la vida. Durante la tiranía de 30 años un numeroso exilio dominicano se instaló en Venezuela hallando respaldo a su lucha contra la opresión en el país que dejaba atrás, lo que por poco cuesta la vida por un atentado trujillista a su Presidente Rómulo Betancourt y le habían costado a expedicionarios venezolanos del 14 de junio de 1959 que hasta acá vinieron a ofrendarlas por estas libertades.