Todos los enemigos de los Estados Unidos – dentro y fuera de esa nación -, se están frotando las manos, y rogando, que Donald Trump gane las elecciones. Saben perfectamente que un triunfo de ese candidato implica la pérdida del liderazgo mundial de los Estados Unidos posiblemente por décadas.
De los muchos poderes que maneja el presidente de los EE.UU. con bastante grado de discreción y autonomía, son los asuntos relacionados con la seguridad nacional.
Puede empezar guerras, también lanzar operaciones de inteligencia con gobiernos extranjeros con mínimos chequeos de los Tribunales y del Congreso de su país. Trump podía poner en práctica muchas de las medidas extremas y descabelladas que ha propuesto durante su campaña electoral.
Por ejemplo, si él quisiera eliminar a líderes extranjeros que lo han criticado, lo podría ordenar. Aunque está prohibido en estos momentos, él podría enmendar eso fácilmente. Podría restablecer las torturas, asuntos ya prohibidos por la administración de Obama. Así mismo, podría restablecer el odioso concepto de guerras preventivas, muy popular en los tiempos nefastos de Bush, Cheney, Rumsfeld y Condoleezza Rice.
Como es un candidato díscolo, ignorante y atronado, no entiende de alianzas para la seguridad de todos. Podría suspender los acuerdos que existen con la OTAN desde el año 1949, los cuales, garantizan la seguridad de todos en el mundo occidental. Es más, ya ha amenazado con terminarlos, si no pagan ciertas cuotas, que él alega, deben ser exigidas.
Con México ni hablar, después de la humillación que le hizo pasar a Peña Nieto, ratificando que construiría un muro, y que México tendría que pagarlo, es tétrico y escalofriante lo que le espera a Latinoamérica.
Así las cosas, la alianza que se tiene con Japón – firmada al terminar la Segunda Guerra Mundial – se iría a pique. Con Corea del Sur también. En consecuencia, al Japón no contar con un garante para su seguridad, empezará a considerar construir armas nucleares. Corea del Sur haría lo mismo al verse desprotegida y tener la amenaza constante del maniático de Corea del Norte, Kim Jong-un. O sea, una carrera armamentista de armas de destrucción masiva en esa región.
Con Putin, el nuevo Zar de Rusia ni hablar. Trump está ahora de compinche y compadrito del tirano de Rusia. El dictador ruso con sus sueños alocados de querer recuperar el área de influencia de Euroasia como en la era de los Zares de antaño, contaría con el apoyo de Trump como pago por haber jaqueado los correos electrónicos del Comité Nacional Demócrata del pasado verano y debilitar la candidatura de Hillary Clinton.
En el Medio Oriente, Trump sería capaz hasta de romper la alianza con su mejor aliado, como es el caso de Israel. Me atrevo a apostar que hasta se atrevería a revocar el acuerdo reciente, donde EEUU acordó un paquete de hasta 38 billones de dólares – en los próximos 10 años -en ayuda militar al valeroso y digno pueblo de Israel. Con un desquiciado como Trump, se puede esperar cualesquier exabrupto e incumplimiento bilateral.