Junto con los bombardeos con que Rusia destroza a Ucrania –cuyo presidente Volodímir Zelenski resiste- el mandatario ruso Vladímir Putin y su canciller Sergei Lavrov mantienen en alto, como espada, el discurso de las armas nucleares. Putin señaló que en una guerra de Rusia con la Alianza del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) “no habría vencedores”.
Lavrov advirtió que una tercera guerra mundial sería “nuclear y destructiva”. Mientras el secretario de prensa ruso Dmitry Peskov dijo que su país contempla la posibilidad de usar armamento nuclear si se encuentra ante una “amenaza existencial”.
El mensaje de Rusia para EEUU y la OTAN es claro: nosotros no somos Irak, Siria, Libia o Afganistán, países fuera del club nuclear.
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Ahora arde Ucrania, pero es bueno subrayar que hay guerras en otros países. Council on Forein Relations enumera la guerra de Siria que inició en 2011. La de Yemen donde hutíes enfrentan fuerzas saudíes. Y la guerra del Tigray en Etiopia. Se puede incluir el conflicto que sacude a Myanmar sembrado de matanzas; Afganistán, caliente aún con los 20 años de EEUU y ahora con unos medievales que no sueltan un AK47. Colombia y sus guerrilleros; o Gaza, cárcel a cielos abiertos llena de palestinos que Israel castiga de vez en cuando.
Ucrania hoy es portada de los noticiarios como lo fue Yugoslavia, Irak, Somalia o Libia. Y cada misil ruso además de matar y producir refugiados dispara el petróleo y los cereales. Mientras tanto Putin no luce sincero en los diálogos. Y a Zelenski es posible que se le esté agotando el tiempo. ¿Y qué de las Naciones Unidas?