La América de Lincoln, Martin Luther King y Rosa Park en George Floyd:

La América de Lincoln, Martin Luther King y Rosa Park en George Floyd:

No puedo respirar / I can’t breathe / Je ne peux pas respirer / Non posso respirare / Ich kann nicht atmen

ABATIDO.
Zumba una melodía somnolienta y sincopada
Meciéndose adelante y atrás
en un canto suave,
Escuché un negro tocar.
La otra noche en la avenida Lenox
Bajo la penumbra pálida
de una vieja luz de gas

Hasta bien entrada la noche
canturreó esa melodía.
Las estrellas salieron y también la luna.
El cantante dejó de tocar y me fui a la cama
con el Blues Abatido todavía en la cabeza.
Durmió como una roca o un hombre
que estaba muerto.

Langston Hughes
1902 – 1967.

De como y por que nace el evangelio urbano, el 25 de mayo: No puedo respirar. No habrá tiempo para salmodias extras, demasiado ver en esta tierra anegada de lo imposible. Tampoco habrá tiempos para análisis de lado o del medio. Una ola humana se levanta para defender a un hombre que no buscó ser profeta, acribillado en una ciudad de apariencia tranquila, pero un largo germen de veneno en su comisaría de policía. Las armas confunden, no todo el mundo en nombre de la autoridad puede portarla para “cuidar ciudadanos”. Este texto explicará cómo nace un evangelio urbano, sin sangre aparente, con saña racial, eso solo sucede porque hay una tradición de impunidad que lo permite y alienta. George Floyd, un ciudadano negro risueño, grandulón, lejos del sueño americano, construyendo madrugadas con dos trabajos, para poder vivir… No hay tiempo para hacer una larga anatomía de asesinato, eso lo hizo hace muchos Otto Preminger, a este texto solo le interesa saber por qué un Evangelio Urbano surge y de repente está en boca de todos, en todos los idiomas, cruzando océanos, dando respeto a alguien que en su propio país en la hora de sus derechos, no los tuvo.

El texto testamentario. George Floyd mientras partia hacia la muerte violenta de sus captores y sus palabras textuales:

«Esta es mi cara
No hice nada serio
Por favor
Por favor
Por favor no puedo respirar
Por favor
Por favor alguien
Por favor
No puedo respirar
No puedo respirar
Por favor
(inaudible)
No puedo respirar, mi cara
Levántate (Voz del Asesino)…
No puedo respirar
Por favor (inaudible)
Maldición, no puedo respirar
YO…
no me puedo mover
Mamá
Mamá
Yo no puedo
Mis rodillas
Mi cuello
Ya está
Ya está
Soy claustrofóbico
me duele la barriga
Tengo un dolor de cuello
Me duele todo
Agua algo
Por favor
Por favor
Oficial, ya no puedo respirar
No me mates
Vas a matarme
Venga
Ya no puedo respirar
Ya no puedo respirar
Ellos me matarán
Ellos me matarán
Ya no puedo respirar
Ya no puedo respirar
Por favor, señor
Por favor
Por favor
Por favor no puedo respirar más”

Sucedió en la comunidad de Powderhorn. Minneapolis. Minnesota. Aquí vemos al oficial Derek Chauvin, que había salido de caza esa noche del 25 de mayo. Mientras muchos observan esto como un acto de barbarie, el oficial lo que hace es “marear la perdiz”, oscuras como le gustan, aguarda el momento del último suspiro de su rabiosa presa: George Floyd.
¿Qué ha sucedido ahora, por qué las calles de alto desvaríos y consumos alegres, se llenan de gases que hacen llorar y correr a la gente?
Todo lo que se ve es la pura emoción de los rostros y las palabras, y de repente un hombre común, and American Black Men, se convierte sin saberlo, sin buscarlo, en el nuevo profeta acribillado…
¿Por qué George Floyd se erige en el centro de un tormento mundial, donde la gente expone su vida para recordar la de él, ultimada, desvanecida como en los zafaris en asfalto, repitiendo lo que ahora es su evangelio esencial que mata tinieblas?
Morder el asfalto de la muerte turbulenta, haciendo la letanía simple del que se sabe en el cadalso y recuerda en su fragilidad, la infantil defensa de una pelea de escuela en un recreo: No puedo respirar…

He aquí su evangelio de pulmones y resistencias, quien lo diría, fue la noche del 25 de mayo, George Floyd, no tenía papiros antiguos para escribir ese evangelio que ahora rueda por el universo.

Y lo escribió del modo triste, fue en momentos dramáticos su antífona y evangelio al mismo tiempo. No pudo separar nada, tenía la prisa que pone el verdugo blanco del siglo XXI, ya los linchamientos antiguos han sido renovados: ahora se lincha con botas y piernas de fuerza sobre el cuello, preferiblemente con el letrero Minneapolis Police Department, linchamiento urbano y evangelio urbano, todo se conjura para la suerte perdida de George Floyd, esa noche hacia los 8 PM, en la lotería de la muerte y el color, su nombre era el elegido.

Desesperado, tirado en el suelo con menos suerte que un perro hambriento y sin domicilio fijo, George Floyd no tuvo más remedio que regalarnos en la angustia de sus últimos segundos el Evangelio: “No Puedo Respirar. No puedo respirar”…

El llamado elemental de la vida, su vuelta a la nana de la infancia, con voz enronquecida, como si fuera posible, a sus 46 años, este hombre de Houston, en el vacío del crimen evidente y pausado, con los ojos de sus asesinos sobre su cabeza, George Floyd en el corazón de la Gran Democracia del Mundo, recibía el peso ahorcadillas, cual cuadrúpedo apaleado de mal comportamiento, ante su asesino esencial… siempre uniformado con un vistoso azul reluciente.

Así en segundos de agonía nacía aquel evangelio.

La América del Siglo XXI: No puede respirar. Evoco el tono del poeta Langston Hughes, porque esta nueva tragedia, se parece a sus poemas. Mitad blues, mitad Black Tragedy a lo Sófocles, esa América no puede respirar desde 1861, lo tolerante, el jazz en las grandes audiencias, es solo el paso del tiempo. Los afromericanos inventaron una música, para buscar la paz, pero América ha sido sorda y ahora no puede respirar, evangelio que con su muerte lega George Floyd. (CFE).

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