Hay escepticismo respecto a los cambios de jefes en la AMET y la Policía. Cada cambio de mando surgen expectativas, pero cuando no se ven las mejorías, las esperanzas van disminuyendo.
Hay en la policía un patrón de conducta según el cual los oficiales de distintas gradaciones sueñan con ir a la AMET, porque hay allí salarios extras, “especialismo”, y otras ventajas, entre ellas, la posibilidad de obtener mejores condiciones para el retiro. Por lo cual, la lucha por llegar a la AMET se desarrolla muy al margen de si los oficiales candidatos tienen experiencias y estudios específicos sobre la regulación del tránsito.
Pero como de escobas nuevas se trata, pidamos al Señor, también al titular de Palacio, que esta vez procuren que haya verdaderas mejorías en ambas entidades con sus nuevos incumbentes, a quienes les deseamos, para beneficio de todos, que tengan grandes éxitos; y que aprovechen para hacer una labor técnicamente superior a las anteriores, especialmente, en mejorar en aspectos relacionados con la educación y la cooperación de los ciudadanos.
Y de ser posible, procurarse ayuda de expertos en esos temas no tan “policíacos”, que implican un acercamiento a los usuarios de sus servicios, principalmente a los conductores, a los “sindicatos de dueños de calles”, y a los moradores de los barrios y áreas residenciales.
En el caso de la Policía, convendría utilizar recursos tan valiosos como un buen número de religiosos que hay en la misma PN, que pueden acercarse con mucho éxito a párrocos y pastores de las diferentes iglesias, que tienen perfecto conocimiento de qué pasa y quién es quién en cada barrio. Especialmente para conocer mejor la idiosincrasia de cada comunidad barrial y sus problemas específicos.
AMET tiene que desarrollar o incorporar creatividad frente a la diversidad de los problemas de circulación, estrategias nuevas. Antanas Mockus resolvió muchos problemas en Colombia y ha creado una “escuela de modificación de conductas de los ciudadanos” que ha beneficiado grandemente el orden público en ese país. Son muchas las ideas que se pueden implementar.
De hecho, en este país hay un buen número de ciudadanos que se reúnen privadamente para plantearse soluciones al tráfico vial.
Tanto en la AMET como en la Policía se puede desarrollar el concepto de gerencia o administración de áreas de supervisión, con medición y premiación según los resultados, haciendo del agente policial un líder o sheriff de o de calle, como una persona que prácticamente vive ahí y es responsable de la seguridad y la paz del lugar; que conoce a los vecinos y es ayudado por ellos a vigilar o enterarse de lo que allí se cocina. Hay pueblos, como Sabana Buey, Peravia, que los mismos vecinos se turnan para patrullar. Los ciudadanos tienen necesidad de paz y orden, y deseos de cooperar, a condición de que haya honestidad, propósito y transparencia en los cuerpos del orden, desde el raso hasta el general. En lo que llegan las anunciadas reformas… y el hacha va y viene.