La anomia de Haití, origen de su desgracia

La anomia de Haití, origen  de su desgracia

La República de Haití, con quien República Dominicana por desgracia comparte la isla Hispaniola, origina su desgracia, de la que insiste siempre en acusar a sus vecinos para esquivar su situación de Estado fallido, radica en su anomia.

Esa anomia ancestral los gobiernos que signan su turbulento trayecto desde que emergió como Estado luego de la batalla de Verterres de 1803, ganada a Francia, siempre han pretendido superarla primero con invasiones (1844-1856), con la desfachatez de crear emperadores, y finalmente orquestando una ópera bufa en escenarios internacionales acusando a los dominicanos de sus infortunios.

La payasada, irresponsabilidad e insinceridad de Haití la presenciamos en el seno de la Organización de Estados Americanos (OEA), un organismo infuncional, maleado y falta de crédito, como es la Organización de las Naciones Unidas, que demostró su inoperancia en la guerra de Corea (1950-53); El Congo de Patricio Lumumba; la muerte misteriosa de Dag Hammarsjold; el genocidio de Rwanda; la guerra Iraq-Irán; la invasión de George Bush en Iraq; la acción de Ronald Reagan con la Contra para derrocar a los sandinistas de Nicaragua; el genocidio de los Jemers Rouge en Camboya; el apresamiento del general Manuel Noriega de Panamá por George Bush; el irresuelto problema de crear un Estado Palestino y procurar la convivencia pacífica entre judíos y árabes y medio siglo de bloqueo a Cuba.

Alusivo a la OEA, su actitud “mediadora” en la guerra de abril 1965 donde avaló la intervención a nuestro país dispuesta por Lyndon Johnson, y ahora escenario de una irresponsabilidad de Haití, que tarde o temprano tiene que convenir organizarse como país y concertar con República Dominicana acuerdos para convivir civilizadamente.

 

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