La anorexia, también entre mujeres mayores

La anorexia, también entre mujeres mayores

Los trastornos de la conducta en la alimentación son el primer motivo de consulta de las chicas en psiquiatría infantil y existen colectivos especialmente propensos a sufrirlos, como es el caso de gimnastas, bailarinas o modelos. Las principales afectadas por la anorexia son las adolescentes, pero la anorexia y la bulimia ganan terreno entre las mujeres de 25 a 40 años. Detectar la enfermedad a tiempo es imprescindible.

El rechazo sistemático a la mayoría de los alimentos, comer con cuentagotas, el asco que sienten estas enfermas ante la comida o, por el contrario, la propensión a darse atracones de grandes cantidades y después vomitar, son la cara y cruz de una misma moneda. Cuando llega a su mayor extremo se convierte en una enfermedad nerviosa y mental importante, que llega a causar la muerte, en el caso de la anorexia, entre un 5 y 10% de los pacientes.

 La caída del cabello, los daños en la piel, las dolencias pulmonares y coronarias, la  desnutrición y la amenorrea, trastorno del ciclo menstrual, son las secuelas biológicas de la anorexia nerviosa.     

La anorexia está situada en todos los estratos sociales y afecta cada vez a más población, ya que se detectan casos a una edad temprana -6 o 7 años- y también a una edad adulta, sobre todo entre mujeres de 25 a 40 años. Los dos factores de personalidad más coincidentes en las personas que enferman son la tendencia a un gran perfeccionismo y la baja autoestima. Estas características cobran mayor cariz por la influencia de los medios de comunicación, especialmente la publicidad, que machaca continuamente a la sociedad con mensajes de crítica a un físico que no sea ‘perfecto’ según unos parámetros de moda.  

De hecho, la anorexia tiene dos formas de transmisión: una a través de los medios y la publicidad; y otra a través de las adolescentes, que se “contagian” unas a otras.

Ante ello, la familia juega un papel importante y los padres deben comprometerse con las pautas médicas, aunque a veces los propios progenitores empeoran la situación porque también están obsesionados por la delgadez. Al respecto, hay que recordar que los médicos ya están tratando a la segunda generación de anoréxicas, y que entre ellas hay madres y abuelas.

Si se detecta a tiempo, se puede curar en meses

Una de cada diez enfermas tiene un familiar que ha sufrido algún trastorno alimentario, tras comentar que la enfermedad suele durar entre tres y cinco años, salvo los casos que se detectan a tiempo, que se resuelven en meses.

Se calcula que alrededor del 70% de las personas anoréxicas se curan tras años de tratamiento, aunque la mitad con secuelas o después de pasar a la bulimia. En otro 25% de los casos la enfermedad se vuelve crónica.

Entre las causas que llevan a padecer anorexia y bulimia figuran factores personales, familiares, biológicos y socioculturales. En cuanto a su tratamiento, combina la terapia psicológica con los fármacos y las pautas familiares y nutricionales.

Para los que no han sufrido anorexia es difícil entender por qué una chica puede verse gorda ante un espejo cuando aparece muy normal de peso a los ojos del resto de la gente. Sin embargo, ella adquiere un pánico a coger peso que le obliga a realizar severas dietas impuestas a sí misma por un raro mandato de su cerebro. Esta situación influye en sus relaciones con los demás y comienza a perder interés en las relaciones sociales.

La falta de peso conlleva alteraciones hormonales, retraso puberal, aparición de vello, intolerancia al frío, tensión baja, arritmias, bradicardia o disminución del ritmo cardíaco, estreñimiento, piel seca y quebradiza, osteoporosis e irritabilidad.EFE-REPORTAJES

Se puede llegar al suicidio

El cuadro que aparece en la bulimia es la ingesta voraz seguido de una maniobra con el fin de eliminar las calorías ingeridas, ayunos y actividad física excesiva. Las consecuencias son vómitos autoinducidos, diarreas incontrolables, subidas y bajadas de peso, deshidratación, pérdida del esmalte dental y de piezas, debilidad muscular, calambres, taquicardias, depresión, ansiedad, aislamiento social, conflictos con los familiares,  y hasta intentos de suicidio.

Si los vómitos son severos, pueden aparecer desgarramientos del esófago y ruptura gástrica. También estos pacientes pueden provocarse lesiones o heridas o se obligan a pasar frío con el fin de que todo ello contribuya a quemar calorías.

La bulimia nerviosa es más difícil de detectar que la anorexia nerviosa, ya que la joven que la padece es sigilosa, desaparece comida, asalta el frigorífico, almacena alimentos en su habitación y vomita a escondidas. Una de sus peores consecuencias es el fallo cardiaco porque en los vómitos se pierde mucho potasio, indispensable para que el corazón funcione bien.

Generalmente, la anorexia suele aparecer entre los 12 y los 18 años, siendo la adolescencia una etapa de insatisfacción con el propio cuerpo que favorece la enfermedad. La bulimia comienza algo más tarde, entre los 16 y los 25 años, pero es cuatro veces más frecuente que la anorexia. La bulimia se da más en la mujer que en el varón en una proporción de entre diez a uno. Ambas enfermedades cuando están en su estado avanzado obligan a la hospitalización.   

Se están registrando otros casos que padecen “trastorno de atracón”, que afecta principalmente a mujeres de cuarenta o cincuenta años con rasgos depresivos y que utilizan la comida en forma de atracones para aliviar su angustia. También aumenta el número de hombres jóvenes obsesionados por conseguir un cuerpo perfecto y que puede derivar en una enfermedad llamada ‘vigorexia’.

Todas ellas son las nuevas enfermedades del mundo desarrollado o consumista.

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