Los trabajos de Amaya Salazar van más allá de los lienzos. La artista dominicana  hace también esculturas de barro, bronce, mármol, acero galvanizado, resina de poliéster, piedra y espejo.

Últimamente, la artista dominicana  ha incursionado en el plano de ilustraciones de cuentos de niños. Dos de sus más recientes trabajos fueron para el cuento “Las Mariposas,” escrito por Rosa Francia Esquea y “Un regalo de gracias: la leyenda de la Altagracia,” por Julia Álvarez. Ambas autoras encontraron en la obra de Amaya la paz, serenidad y alegría propias para expresar los mundos fantasiosos y surreales de sus relatos infantiles.

Trabajar con las autoras fue algo nuevo y diferente para la artista. Existió una colaboración entre las mentes creativas: la del pincel y la de la pluma. Para ilustrar estos libros, Amaya tuvo que leer e interpretar las ideas de las autoras y a su vez entender, como lo hacen ellas, a su público: los niños.

El libro “Las Mariposas” basado en la vida de Camila, hija de Minou Tavárez, cuenta el sueño de la niña, que tiene una amistad con mariposas, -simbolizando no sólo la ternura de abuela a nieta, que trasciende más allá del mundo carnal, sino también personificando como es parte de nuestra historia dominicana, el heroísmo de las tres hermanas Mirabal, quienes murieron luchando por nuestra paz. El cuento da paz y esperanza y se ve un presente y un futuro armonioso a través de las letras de Rosa Francia y en las ilustraciones por la pintora y escultora que emiten calma.

El otro cuento relata la muy conocida historia de nuestra virgen de la Altagracia. Otra vez entrando en un mundo de sueños que se torna realidad con el milagro de la Virgen. Este relato está bellamente escrito e ilustrado, dándole a los niños una visión alegre y llena de esperanza.Ambos cuentos no solamente son educativos sino también sumamente divertidos para leer con sus hijos, nietos y/o sobrinos. Las autoras, que tan bien conocen las fantasías e ilusiones de los infantes, desarrollan cuentos basados en nuestra historia y los trasladan al mundo irreal de la infancia. Para ilustrarlos buscaron a la pintora, que crea en imágenes el universo imaginativo que las autoras plasman en palabras. Estos proyectos entusiasmaron a Amaya, a quien al igual que a las autoras.