La Ascensión

La Ascensión

POR LEONOR ASILIS
Hoy es un día muy grande en la Iglesia. Se celebra la Ascensión en cuerpo y alma de la Virgen. Creemos que María ha entrado en la gloria no sólo con su espíritu, sino totalmente con toda su persona, detrás de Cristo, como primicia de la resurrección futura.

Misterio inefable que nos hace mirar los ojos al cielo y desde allí contemplar nuestra pequeñez en busca de grandeza.

La Virgen María, hija predilecta del Padre y a su vez su Madre en Jesús nos quiere revelar en su ruta por la vida cual es el sendero seguro para llegar al Cielo.

En Ella se conjugan su inmensa humildad y sobrenatural bondad que nos acoge, nos ilumina y orienta.

Dones, virtudes, gracias  que la adornan por ser la Reina del Cielo y que por ser Madre nuestra trata de que primero, las percibamos, las  valoremos y por supuesto, las adquiramos.

Sin embargo, para este  propósito, debemos de entender que sólo podemos imitar lo que vemos, y si no la invitamos a formar parte trascendente en nuestra vida será imposible el que podamos beneficiarnos de su presencia.

Es importante la aclaración de que la Iglesia no la endiosa pero sí que deja bien claro su lugar y su papel en la fe. María fue bendecida por su disponibilidad y su aceptación a la voluntad de Dios.

Recorramos hoy el evangelio que narra la visitación de María a Isabel e intentemos realzar algunas de sus enseñanzas.

Por aquellos días, María se dirigió de prisa a un pueblo de la región montañosa de Judea, y entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.

Cuando Isabel oyó el saludo de María, la criatura se movió en su vientre, y ella quedó llena del Espíritu Santo. Entonces, con voz muy fuerte, dijo:

¡Dios te ha bendecido más que todas las mujeres, y ha bendecido a tu hijo!

¿Quién soy yo para que venga a visitarme la madre de mi Señor? Tan pronto como he oído tu saludo, mi hijo se ha movido de alegría en mi vientre. ¡Dichosa tú por haber creído que han de cumplirse las cosas que el Señor te ha dicho!

María dijo: Mi alma alaba la grandeza del Señor. Mi espíritu se alegra en Dios mi salvador, porque Dios ha puesto sus ojos en mí, su humilde esclava, y desde ahora me llamarán siempre dichosa; porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas. ¡Santo es su nombre! Dios tiene siempre misericordia de quienes le honran. Actuó con todo su poder: deshizo los planes de los orgullosos, derribó a los reyes de sus tronos y puso en alto a los humildes.

Llenó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías. Ayudó al pueblo de Israel, sus siervo, y no se olvidó de tratarlo con misericordia. Así lo había prometido a nuestros antepasados, a Abraham y a sus futuros descendientes.

María se quedó con Isabel unos tres meses, y después regresó a su casa.

Buena enseñanza la de Isabel que no le importa rebajarse para reconocer la acción de Dios es su prima. Si ejemplar es la reacción de Isabel no lo es menos la de María. Con la humildad de quien sabe de donde viene la gracia que nos mueve, ella acepta como una esclava la voluntad de Dios. 

La acción de Dios como una carga ni como un mérito propio, la acepta con la confianza de que quien se fía de Dios no se equivoca.

María es la Madre del Hijo de Dios y esto no le lleva a creerse más que nadie sino a aceptar lo que Dios hace en ella. El Todopoderoso hace obras grandes en ella porque es capaz de aceptar con serenidad su presencia. Ante la invitación de Dios ella supo contestar con un rotundo sí. Miremos nuestra vida y descifremos la voluntad de Dios para con nosotros, para con nuestra familia, amigos, trabajo, Iglesia… cada paso que damos en la vida tiene que estar marcado por la presencia de Dios. Pobre del cristiano que no sepa cuál es la voluntad de Dios y que nunca quiera aceptarla.

María ha creído, lo que significa, que creer en la Palabra de Dios es estar seguro de que esa Palabra no puede fracasar. Quienes experimentan en sí mismos la Palabra de Dios que se cumple debe animar a otros a esperar en ella. Muchos cristianos tienen una fe raquítica y estéril porque no está regada por la Palabra de cada día, una Palabra dicha hoy para ti y para mí.

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Leonor.asilis@verizon.net.do       

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