La asistencia médica remota en tiempo de COVID-19

La asistencia médica remota en tiempo de COVID-19

Doctora Lenisse Candelario
Departamento de Telemedicina, Hospital General de la Plaza de la Salud
Nos han cambiado la manera de vivir. Los eventos actuales han llevado a la humanidad a tomar decisiones radicales en cuanto a la forma de hacer las cosas.

Aunque vivimos en un marco común, lo cierto es que existen muchos escenarios que individualizan el abordaje con que asumimos esta situación, por lo que tenemos una diversidad de realidades.

En el contexto salud, existe gran demanda de servicios de parte de aquellos pacientes que viven con enfermedades crónicas y que dependen del seguimiento con su médico. Así, tenemos una tarea pendiente, además de la que nos llegó sin aviso y vino a revolucionarlo todo.


Hoy día, la prestación de soluciones en servicios de salud, tiene dos grandes grupos, los pacientes que necesitan apoyo en relación al COVID-19, ya sea con fines de educación, orientación o manejo de la enfermedad, y los pacientes que tienen otras condiciones agudas o crónicas, que también requieren soporte. Entonces, tenemos un aumento significativo de la demanda, pero no podemos dar la respuesta tradicional a la misma por las limitantes que imponen las medidas tomadas para contener el contagio por el virus.
Así, nos auxiliamos de estrategias que nos permitan estar presentes y acompañar a quienes nos necesitan.


Una de esas herramientas es la asistencia médica remota, también conocida como telemedicina, que básicamente constituye cualquier medio que permita la interacción no presencial entre el paciente y su médico, con la intención de identificar y, hasta donde sea posible, tratar las afecciones que esté presentando.

El concepto de la telemedicina no es nuevo y, de hecho, hay países en donde constituye una práctica común, siendo de especial valor para la asistencia de comunidades que tienen poco o ningún acceso a los centros de atención físicos.
En 1924, aparece en la revista “Radio News” un artículo titulado “Doctor por Radio”; en 1951 se da la primera demostración que abarca varios de los estados de Estados Unidos, usando líneas y estudios de televisión.

En Montreal, en el año 1955, el Dr. Albert Jutras realiza telerradiología, y a fin de evitar las altas dosis de radiación que incidían en las fluoroscopías, se hizo uso de un interfono convencional.
En 1959, en Nebraska, Cecil Wittson comenzó sus primeros cursos de teleeducación y de telepsiquiatría, entre su hospital y el hospital del estado en Norfolk, Virginia, a 180 kilómetros de distancia.

La conexión médico-paciente define las bases del control y prevención de las enfermedades. Las circunstancias de hoy llaman a tener alternativas que ayuden a sustentar este vínculo.
Hoy, más que nunca, la educación en salud supone una diferencia vital para los individuos. Por tanto, se debe asumir como parte integral de las intervenciones en la consulta.

En 1991, la Cátedra Unesco de Telemedicina, realiza la primera cuantificación de ADN a distancia en el mundo, aplicado al análisis de imagen de factores pronósticos en el cáncer de mama.
La interacción de la salud con la tecnología en comunicaciones se ha convertido en la mejor combinación para la masificación de información, aportando en las estrategias de promoción, educación y prevención en salud.

Una orientación profesional ética, eficiente y eficaz puede devolver la calma a una persona que se siente agobiada. Existe una diferencia significativa en la prestación de este servicio, que abarca desde una conversación informal hasta el uso de plataformas complejas que mantienen la formalidad y el profesionalismo, preservando el marco
médico legal que debe sustentar la prestación de atención médica.

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