La aterosclerosis y el niño

La aterosclerosis y el niño

HÉCTOR E. MATEO
La aterosclerosis es un proceso de endurecimiento de las arterias que se produce en todos los individuos, y que va progresando conforme avanza la edad. La aterosclerosis es la consecuencia del depósito de grasa en la pared interior de las arterias. Este fenómeno se inicia en los primeros años de la vida. Desde hace décadas se ha observado estrías de colesterol en la pared interna de la aorta y de las arterias coronarias.

La aterosclerosis es un proceso insidioso y torpido que no da síntomas en las primeras décadas de la vida, y hace su explosión clínica en la edad adulta, a veces en personas muy jóvenes. Es por eso que en la prevención hay que iniciar una batalla temprana para ganarle la carrera a la aterosclerosis.

A esta alteración de las arterias contribuyen las dietas ricas en grasa y colesterol, el aumento de las cifras de colesterol en la sangre, el sobrepeso y la obesidad, el tabaco, el abuso del alcohol, la hipertensión arterial, la diabetes, la falta de ejercicio físico y los factores genético-familiares.

El Colesterol.-

Hoy se recomienda más agresividad para combatir este factor de riesgo, la elevación del colesterol en la sangre. Aunque los niveles de colesterol en la sangre se consideraban normales en las cifras de 200 mg/dl, hoy se recomiendan cifras más bajas, que no deberían exceder de 160 mg (colesterol total). El colesterol malo (LDL), aunque ha venido señalándose como normal en 130 mg. y 100 mg se considera como óptimo, los que tengan elevados factores de riesgo deben bajarlo a una cifra mucho menor, de 70 mg/dl.

Los expertos señalan que los bebés no tienen aterosclerosis, poseen un colesterol sanguíneo de 50 mg/dl, se desarrollan y viven bien. Hoy se sugiere bajar el colesterol malo (LDL) a la cifra de 75 mg en las personas de alto riesgo y en todas las mayores de 75 años.

Los niveles topes hasta ahora establecidos como normales para la presión arterial y el colesterol ha sido sobre criterios convencionales o arbitrarios. Estamos jugando con esas cifras basados en las informaciones epidemiológicas y clínicas derivadas de los riesgos promedio a sufrir enfermedades cardiovasculares, pues realmente no sabemos cuáles, en verdad, deben ser los valores normales.

Propongo que la presión arterial se mantenga a los niveles más bajos posibles, tolerables, cercanos a lo que suponemos deberíamos tener en la adolescencia: 110/70 mmHg. Para el colesterol propongo niveles cercanos al que debíamos tener en la adolescencia, el colesterol malo no debería pasar de 90 mg/dl. Hasta ahora no se ha demostrado ningún peligro en tener el colesterol total y el malo “muy bajos”.

La prevención en la niñez es más rentable y lucrativa para la edad futura y menos costosa que la prevención secundaria cuando ya hay serias repercusiones fisiopatológicas en el sistema cardiovascular.

Obesidad.-

En el mundo occidental, tanto en la comunidad médica como profana, hay una gran preocupación por la alta incidencia de niños con sobrepeso y obesidad. La obesidad es un factor de riesgo que expone al desarrollo de diabetes y enfermedades cardiovasculares. La obesidad central (predominantemente abdominal) en los niños y en los adolescentes es la causa principal de resistencia a la insulina, lo que a su vez lleva a la diabetes tipo II, alta presión arterial, altos niveles de colesterol malo (LDL) y bajos niveles de colesterol bueno (HDL). Esta condición constituye lo que se llama obesidad mórbida o Síndrome Metabólico, de serias repercusiones cardiovasculares.

En nuestro país no hay datos epidemiológicos sobre el sobrepeso, la obesidad y el síndrome metabólico en la población infantil, aunque el creciente aumento de niños «gordos» es obvio para todos. Por eso, varios especialistas están diseñando un proyecto de investigación de carácter nacional para determinar la prevalencia y magnitud de este problema en la población infantil.

Estamos matando a nuestros niños con el fast food (comida basura), los dulces, las bollerías (harina con azúcar y grasa), sodas azucaradas y otras comidas cargadas de carbohidratos y grasas. Como si todo eso fuera poco, en las escuelas y colegios se les dan pocas actividades físicas a los niños, y en la casa permitimos que ellos pasen horas prolongadas, la mayor parte del tiempo, sentados frente a la televisión, el ordenador y el nintendo. Estamos creando una generación de niños obesos que luego serán diabéticos y cardíacos. Cabe hacerse la pregunta: ¿en manos de quién está la salud de nuestros hijos? 

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