La auditoría existencial

La auditoría existencial

José Miguel Gómez,

La existencia no es un tema de los jóvenes ni de adultos

El paso por la vida es corto. Algunos llegan a conocerse, pero los que logran la madurez y la sabiduría son muy pocos. Diríamos que la mayoría de las personas viven divorciados entre su interior y su exterior; de ahí la agonía, la angustia, la depresión, la inconformidad y la insatisfacción vital.

Sabemos que la existencia no es un tema de los jóvenes ni de adultos temprano. Los jóvenes existen para engordar los músculos, la energía de la vida, el inmediatismo, el goce, la auto-gratificación y la ausencia del compromiso. Es decir, la vida del “aquí y el ahora”. Piensan que tiene todo el tiempo para empezar, equivocarse y volver a levantarse. Les gusta la prisa, el experimento, la improvisación, el desafío y la imprudencia.

La sociedad posmoderna fue construida para los jóvenes, pero también el hedonismo, el relativismo ético, la pos verdad, el prognatismo, la vida desechable, y el entretenimiento visual.

Literalmente, no existe la auditoría existencial para los jóvenes. Pero una verdadera desgracia es un hombre adulto o adulto mayor sin una auditoría existencial; donde no se ocupe por descubrir o conocer sus reales prioridades, sus carencias o necesidades, sus motivos de vidas, sus miedos, y sus inseguridades, pero también su fortaleza.

La madurez impone prudencia, compromiso consigo mismo, miedo a la historia, poner distancia de vez en cuando para reflexionar o hacer silencio y tener tacto para equivocarse menos. Sencillamente, la auditoría por la vida tiene que revisar los 6 bienestares: físico, emocional, social, financiero, familiar y espiritual.

Hay que pasar balance a cada etapa de la vida, a las trampas, las frustraciones, las caídas, los logros y éxitos, los aciertos y a la felicidad. Pero aprender a fluir en la vida de forma integral, parejo, en prioridades y necesidades propias; sin competir con nadie, ni dejarse provocar por lo visual y lo mediático de una sociedad que desecha fácilmente.

En la auditoría existencial, para fluir tiene que cerrar el pasado, recordarlo y vivirlo para apoyarse en lo bueno, los valores, la virtud y la identidad creada y asumida; pero pasar la página y cerrar los procesos negativos del pasado: resentimiento, culpa, remordimiento, enojo crónico, odio y todo lo que encierra la maledicencia; de quedarse a vivir en el pasado conlleva a la depresión y a la melancolía. La madurez se vive y se aferra al presente, y se va con fe y esperanza hacia el futuro.

El temor en la auditoría existencial es al vacío existencial, a la soledad patológica, al pobre sentido de existencia y a inconformidad que deja el no descubrir las verdaderas razones para vivir; es decir, los para qué de la existencia, de lo contrario se vivirá con resaca moral.

Sincerizarce con la vida, perdonarse o pedir perdón, hacer los cambios, aunque duela, abandonar los hábitos tóxicos o vaciar la mochila emocional tóxica, los rituales sin sentidos y las prácticas perniciosas que no aportan nada; son parte de la auditoría existencial de la madurez y de la sabiduría.

En fin, llegar a adulto mayor, es aprender tres cosas: cómo quiero terminar, cómo quiero ser recordado y quiénes son los compañeros de viaje al final de la vida.

El posibilismo es parte de la madurez, las cosas son más fáciles porque se eligen sencillas, por utilidad y para el goce personal; ya no hay espíritu de competencia, ni del luchismo desbocado, ni hay que convencer a nadie para establecer lo prioritario, el confort o el bienestar psicoemocional.


La auditoría existencial angustia confrontarla, muchos prefieren intoxicarse con una droga, o auto-engañarse o sabotearse para no encontrarse con ella. El escapismo social, la soledad enfermiza, los trastornos psicosomáticos, la victimización, son formas de huir y de negarse a someterse a una auditoria existencial. Es una pena, existen personas que no soportan ni la auditoría financiera ni la existencial.

Publicaciones Relacionadas