Los deportistas dominicanos que participan en las Olimpíadas son unos héroes todos, ganen o no ganen medallas, porque solo ver como viven algunos de ellos, especialmente el joven Díaz, estrella del boxeo, es algo verdaderamente conmovedor.

De igual forma hay que aplaudir a Raúl Aguayo, participante en vela láser quien ha tenido que entrenarse con sus propios recursos para representar nuestra bandera nacional. Por otro lado, observando la majestuosidad de los Juegos Olímpicos en Beijing notamos con tristeza e indignación la ausencia de la Selección de Béisbol dominicana. El deporte más popular en nuestro país y que con tanta facilidad nos representa en las Grandes Ligas. Pero a la hora de presentarse con la “crema y nata” mundial estamos ausentes. Todo parece indicar que no tenemos una selección nacional en la práctica o si la tenemos no clasificó. Y nos preguntamos: ¿Podemos darnos el lujo de esa vergüenza? Si exportamos peloteros para que brillen en empresas extranjeras, es decir en los equipos extranjeros, ¿Por qué no preparar una selección para que resplandezca en eventos que representan al País? ¿De qué sirve tener una Secretaría de Deportes que ni siquiera se ocupa del deporte nacional? No hablemos de muchos deportes como el voleibol femenino o el basketball que también pudieran hacer un buen papel. Pero mantener selecciones nacionales significa tener entrenamientos todo el tiempo, tener lugares adecuados para esos entrenamientos y pagar buenos salarios a esos jugadores, además de brindarles una alimentación adecuada. No es mucho pedir si vemos lo que le pueden devolver al país con el tiempo. Ahí tenemos el ejemplo de Cuba. Quizás si eliminamos unos cuantos vicecónsules  pudiéramos utilizar esos recursos para estos que son mejores embajadores. Todo es cuestión de visión, voluntad y, por supuesto, un poco de patriotismo.