KEDMAY T. KLINGER BALMASEDA
Teniendo en cuenta que la autoestima es la discrepancia que existe entre lo que pensamos que somos y lo que nos gustaría ser, es decir, el concepto que tenemos de nuestra valía que se basa en todos los pensamientos, sentimientos, sensaciones y experiencias que sobre nosotros mismos vamos recogiendo durante nuestra vida. Se podría identificar entonces, que la autoestima positiva está relacionada con afectos positivos como son el gozo, la confianza, el placer, el entusiasmo y el interés, mientras que la autoestima negativa conlleva afectos negativos como el dolor, la angustia, la duda, la tristeza, el sentirse vacío, la inercia, la culpa y la vergüenza.

Es por esto que la autoestima se vuelve una de las tareas de desarrollo centrales en la infancia en pro de lograr la salud emocional del niño.

Si consideramos que la autoestima es afectada constantemente por experiencias en el mundo externo que posteriormente son llevadas al mundo interno, pues entenderíamos con más claridad la importancia que asume el que velemos porque nuestros niños tengan las experiencias positivas y relaciones plenas que le ayuden a aumentar positivamente la autoestima, ya que las experiencias negativas y las relaciones problemáticas hacen que se afecte y disminuya notablemente la misma.

Todos conocemos el papel que representa la familia y la escuela en el proceso de socialización de los niños, pues bien: el desarrollo de la autoestima también forma parte de este proceso. Es notable que exista una interacción entre los padres y la autoestima del niño, ya que los padres que dan apoyo emocional, que son cálidos y cubren las necesidades del niño, y muestran aprobación y otros sentimientos positivos, conllevan a formar niños con autoestima elevada.

Puesto que el niño que no siente este valor de sí mismo en los ojos de sus padres temerá su abandono y sentirá en peligro su existencia. En cada estadio del desarrollo los logros alcanzados le darán un sentido positivo de valía de sí mismo que contribuirán no sólo a que el niño se sienta bien sino también a que calme sus miedos. Por lo que el mantenimiento de una autoestima positiva es una tarea fundamental a lo largo del desarrollo.

En los años pre-escolares, a través de las fantasías y del juego, los niños buscan vencer y superar las heridas a su autoestima, las cuales derivan de ir conociendo sus limitaciones.

Durante los años escolares los niveles de autoestima se ven afectados aún más por la adquisición de habilidades y de competencia, especialmente en el desempeño escolar, en las relaciones de amistad y en los deportes. Durante estos años la autoestima se ve profundamente afectada por los éxitos y los fracasos en estas tres áreas de la vida del niño. Un niño con limitaciones notables en una de estas áreas, es a sus propios ojos una persona inadecuada, y los niños se sienten malos o tontos y muy frecuentemente también son vistos de la misma manera a los ojos de sus padres, sus maestros y sus amigos. El impacto de la censura de estas personas, el no poder tener amigos o ser rechazados por ellos por sus incapacidades, los lastima profundamente en su autoestima.

Por esta razón es que hacemos énfasis en que la retroalimentación, o feedback, que los niños reciben por su trabajo y actuación en la escuela, por parte de sus maestros o en sus hogares por sus padres o tutores, y la forma en que interpretan la misma, influye significativamente en el desarrollo de su autoestima. Los niños necesitan el refuerzo positivo de sus logros y la comprensión y ayuda de sus fracasos escolares.

Demos a nuestros niños la posibilidad de ser y sentirse bien con ellos mismos y ésto contribuirá a que se valoren y valoren lo que hagan, piensen y sientan, sólo valorándose a ellos mismos podrán valorar a los demás y todo esto redundará en un futuro en mejores desempeños laborales y de relación, teniendo además valores y principios que les complemente y enriquezca como seres humanos.

Una autoestima elevada y adecuada en nuestros niños, los prepara para una vida adulta más operativa y saludable.